Morir para renacer

En este Viernes Santo no puedo dejar de acordarme del «Vía Crucis. El musical» de Toño Casado que estuvo representándose justo antes de comenzar la Semana Santa en la parroquia de Nuestra Señora del Pilar de Madrid, y anteriormente, en cuatro ciudades más. Más de 15 mil espectadores han disfrutado de una representación que llega al alma, llena de emoción, empatía, recuerdo y amor. Como dicen quienes han tenido la fortuna de vivirlo: «es una experiencia muy fuerte, seas creyente o no».

Yo además, tuve la suerte de participar, junto al gran músico Nacho Cano, en una de sus impactantes e inolvidables representaciones. Los actores, las canciones, la música, las luces, el lugar, pero sobre todo la emoción que se crea en torno a las últimas horas de Jesucristo es completamente sobrecogedor. Me fue imposible contener las lágrimas, incluso cuando tenía que recitar alguno de los momentos de Jesús.

Tuve la gran fortuna de conocer a su autor, compositor y director, Toño Casado. Un hombre, ante todo humanista que consigue enganchar a todo tipo de espectadores, y de cualquier edad, a la vida de Jesucristo. Los actores y cantantes son insuperables.

Cuando escribió esta obra, el padre Toño atravesaba un momento muy difícil por circunstancias familiares y profesionales. Pero con grandes amigos y maravillosas profesionales, consiguió llevar la Pasión de Cristo a un musical actual, que rememora y emociona magistralmente. «No somos una productora, somos unos muy buenos amigos». «El Vía Crucis es algo propio de todos nosotros. Todos estamos en un camino difícil, pero tenemos gente que nos ayuda» admite Toño cuya iglesia se llena de jóvenes. Además, el Papa Francisco también ha visto la obra y ha disfrutado de las canciones en el Vaticano: «Le mandé el musical y dice que es un espectáculo maravilloso».

¿Quién no se identifica con el dolor o la soledad en algún momento de sus vida? A veces hay que morir para renacer.