Letras líquidas
La (otra) realpolitik
La proposición de ley para garantizar el derecho a una vida digna de las personas con Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) ha sufrido 41 aplazamientos en su tramitación
Parece oportuno recurrir estos días a la realpolitik. La quintaesencia del equilibrio entre relaciones internacionales y pragmatismo se instala en la conversación pública a cuenta de las tensiones abiertas con Israel. El conflicto entre israelíes y palestinos, tan arraigado en la historia a lo largo de las décadas, ha eclosionado ahora entre Hamas y el Gobierno de Netanyahu, poniendo a prueba, una vez más, las habilidades de la diplomacia mundial. Aún se escucha el eco, y lo que queda, de las declaraciones del presidente Sánchez en territorio israelí recordando «lo insoportable» de la muerte de civiles en Gaza. Y no porque no sea insoportable, que lo es, sino por la inoportunidad para pronunciarlas, esquivando cortesías de los asuntos exteriores.
En cualquier caso, la referencia al aspecto más realista de la política nos recuerda la importancia de fijar prioridades, también en los asuntos nacionales, para trazar gestiones coherentes: anteponer proyectos por su relevancia o urgencia. Y resulta sorprendente que, en unos periodos legislativos como los últimos que se han registrado en España, en los que el recurso a mecanismos legislativos exprés (incluso esquivando controles parlamentarios y constitucionales) se ha convertido en «modus operandi» habitual, hayan quedado relegadas normas que por su propia naturaleza exigen la máxima diligencia. La proposición de ley para garantizar el derecho a una vida digna de las personas con Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) ha sufrido 41 aplazamientos en su tramitación y aún sigue a la espera de debate y aprobación. La ELA es la enfermedad neurodegenerativa más frecuente en España y, según el Consorcio Nacional de Entidades de ELA, más de 2.000 personas han fallecido desde la última vez que se debatió en el Congreso. Ahora han vuelto a presentar otra propuesta legislativa y estaría bien confiar en que los diputados evoquen el sentido más pragmático de su labor, el de la mejora la vida de los ciudadanos, y practiquen la verdadera realpolitik.
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