Tribuna

Pacem in Terris

Es un texto que, sesenta años después, sigue siendo imprescindible porque resulta profundamente actual, ofreciendo una guía ética para la humanidad

Pacem in Terris
Pacem in TerrisBarrio

Las muestras de condolencia por el fallecimiento del Papa Francisco, acaecido paradójicamente el lunes de Pascua o lunes de Alegría, están centrándose en su carácter de defensor de pobres, marginados y, en general, de los menos favorecidos, lo que siendo cierto, no debe empañar otra cualidad no menos importante del santo padre: activo defensor de la paz e incansable valedor de la solución pacífica de los conflictos.

Ni ha sido el primer Papa ni, con toda seguridad, será el último en esta loable faceta. En efecto, la encíclica Pacem in Terris, publicada en 1963 por Juan XXIII constituye uno de los textos más influyentes de la doctrina social de la Iglesia. Fue redactada en un momento de gran tensión internacional, tras la crisis de los misiles de Cuba, en pleno auge de la Guerra Fría. Lo notable de esta encíclica es que va dirigida, no solo a los católicos, sino a «todos los hombres de buena voluntad», rompiendo así barreras religiosas para hacer una llamada universal a la paz, al respeto de los derechos humanos y a la justicia social.

Juan XXIII parte de la afirmación de que la paz debe construirse sobre cuatro pilares fundamentales: la verdad, la justicia, el amor y la libertad. Sin embargo, advierte que dicha paz no es simplemente la ausencia de conflicto sino un orden moral y social justo, basado en el respeto a la dignidad humana. Es decir, la paz cimentada en la justicia, todo un reto, porque en innumerables ocasiones paz y justicia no circulan por caminos convergentes.

El papa Juan XXIII sitúa en el centro de su propuesta al ser humano, afirmando que cada persona, por su propia naturaleza, posee una serie de derechos inalienables: a la vida, a la integridad física, al trabajo digno, a la libertad de expresión, a fundar una familia, a la educación y a la libertad religiosa. Estos derechos, sin embargo, deben ir acompañados de deberes correlativos, como vivir con dignidad, respetar a los demás y colaborar activamente en la vida social.

Desde el punto de vista político, Pacem in Terris afirma que la autoridad estatal es necesaria, pero solo es legítima si respeta la ley moral y promueve el bien común. Además, anima a los ciudadanos a participar activamente en la vida pública, promoviendo una visión positiva de la democracia, siempre que se respete la dignidad de la persona y se garantice la justicia social.

En el plano internacional, la encíclica hace un fuerte llamamiento a que las relaciones entre naciones se rijan por la ley moral y no por la fuerza. Denuncia la carrera armamentística, el colonialismo y el racismo, e insiste en que la paz entre los pueblos debe basarse en la cooperación, la solidaridad activa y el respeto mutuo.

Uno de los elementos más utópicos de la encíclica, pero no por ello irrazonable, es la propuesta de una autoridad mundial capaz de garantizar el bien común global, en un mundo cada vez más interdependiente. Esta idea anticipa la necesidad de organismos internacionales eficaces y justos.

Pacem in Terris es un texto que, sesenta años después, sigue siendo imprescindible porque resulta profundamente actual, ofreciendo una guía ética para la humanidad y nos recuerda que la paz se construye desde la justicia, el diálogo y la solidaridad entre los pueblos.

El Papa Francisco ha apelado a Pacem in Terris en múltiples ocasiones, como hace un par de años en que recordó el importante documento del Papa Roncalli al final de la audiencia general: «Ayer se cumplió el 60 aniversario de la encíclica Pacem in Terris, que San Juan XXIII dirigió a la Iglesia y al mundo en el momento más tenso de los dos bloques enfrentados en la llamada Guerra Fría. El Papa abrió ante todos el amplio horizonte en el que hablar de paz y construir la paz, el proyecto de Dios para el mundo y su familia humana».

Francisco consideraba que aquella encíclica «fue una verdadera bendición, como un atisbo de serenidad en medio de nubes oscuras», y estimaba su mensaje «muy actual». El pontífice, en más de una ocasión, invitó «a los fieles y a los hombres y mujeres de buena voluntad» a «leer Pacem in Terris» recalcando «Rezo para que los líderes de las naciones se dejen inspirar por ella en sus planes y decisiones». Un deseo que el Papa expresaba a la luz de los numerosos y sangrientos conflictos que asolan al mundo, como Oriente Medio y Ucrania.

Concretamente, para la nación invadida, pero no solo para ella, el santo padre pidió rezar en numerosas ocasiones en sus llamamientos públicos desde el inicio de la guerra: «Perseveremos en la oración por la martirizada Ucrania. Recemos por todo lo que sufre Ucrania». Este legado de paz y de justicia del Papa Francisco no debe olvidarse por el bien de la humanidad.

Tomás Torres Perales Comandante de Caballería. Academia de las Ciencias y Artes Militares.