Aquí estamos de paso

Palabras

Ya polarizados, ¿por dónde decidirán tirar en la poca conversación que les cabe?

Pues entre Camela en Nochebuena y Jenni Hermoso en las uvas de la uno, se nos ha ido la Navidad, oiga. Ya sólo quedan los Reyes y el Sorteo del Niño para cerrar el ciclo de la festividad navideña de un año en el que la palabra del año según Fundéu, que es la Fundación del Español Urgente promovida por la Real Academia y la Agencia EFE, ha sido polarización, o sea, acción y efecto de polarizar o polarizarse, que, fuera de la física de las ondas electromagnéticas, es o habla de concentrar la atención en algo o de orientar en direcciones opuestas. Y hemos sido, ciertamente muy de mirarnos a nosotros mismos y nuestros pensamientos para enfrentarlos al que no ve las cosas igual y muy de defender que cada uno vaya por su lado, sobre todo si el que no es de mi cuerda se aleja lo más posible. ¿Dónde nos llevará el 24? ¿Será el año de la amnistía –candidata también, aunque sucumbió a la polarización–? ¿O por el contrario, del encuentro entre los dos partidos mayoritarios? O el desencuentro definitivo, más previsible. Ya polarizados, ¿por dónde decidirán tirar en la poca conversación que les cabe? ¿Reformarán el Consejo General del Poder Judicial? ¿Irán más allá de la cosmética sobre la inclusión que van a cambiar en la Constitución?

A la vista del ambiente bronco con que empieza el año, de muros, desplantes, y demás envoltorios ambientales de la política, quizá vaya a ser el año del desafecto, o acaso desencanto… Aunque esto último no creo, porque sonará viejuno.

Para algunos será reconquista, que es término que admite unas cuantas miradas. Desde las mundanas y prosaicas, como regreso al poder, búsqueda de territorio propio o aumento en la base electoral, hasta las más elevadas y trascendentes, como recuperación del espíritu (nacional, supongo) y del espacio en manos del enemigo que propone Abascal el día después de que su muchachada ahorcara y apaleara un muñeco de Sánchez frente a Ferraz. Algo repugnante a la estética y a cualquier principio. Dice Abascal que hay que reconquistar. Desde su afilada barba morisca, y supongo que jugando al doble sentido de recuperar y de asumir esa mirada desviada y parcial a la Historia de España en aquellos siglos de frontera y escaramuzas, pero también de crecimiento y convivencia. La reconquista es para ellos lo mismo que el genocidio americano para otros: simplificación falsa de la realidad que alimenta el argumentario de los menos capaces.

Pero quizá sea feo y poco inteligente ir avanzando palabras o palabros con todo el año que nos queda por vivir y por ver.

Puede que sea más sensato encomendarse a los Reyes Magos, en el poco espacio que ya les deja ese Papá Noel cocacolero y sajón, para solicitar sus buenos oficios y su saber hacer en bien de una vida pública, con todo lo que tiene de efectos sobre las privadas, que si se presenta agitada y convulsa, al menos no nos quite demasiado de lo que tenemos, en cuanto a ánimo, patrimonio y –a quien le queden– principios.

Feliz año y felices Reyes Magos. También para los peleados con la Monarquía, ya sea divina o terrenal y a quienes no imagino dejando a sus hijos la mañana del seis en blanco mientras les explican lo inaceptable de la institución.