
Editorial
Los jóvenes se alejan del desbarre progresista
Creen en los equipos de propaganda gubernamental que abriendo cuentas oficiales en plataformas juveniles como TikTok, con un lenguaje, por otra parte, muy impostado que se descubre a la legua, pueden revertir la tendencia

El asesinato del joven líder conservador norteamericano Charlie Kirk ha puesto de manifiesto, aunque trágicamente, la realidad de un desplazamiento político y social de las nuevas generaciones hacia posiciones consideradas más de derechas o liberales en contraposición con la hegemonía «woke» de las últimas dos décadas. Por supuesto, el fenómeno no es exclusivo de Estados Unidos, donde tiene la particularidad de su mayor vinculación a opciones religiosas tradicionales, que vuelven al concepto de la familia como núcleo de la organización de la sociedad, con la reivindicación del matrimonio y la maternidad como ejes esenciales, pero, también, con el rechazo de las políticas identitarias, que no sólo fragmentan hasta lo indecible a los ciudadanos, sino que se convierten en fuente de desigualdades. En España, el proceso es similar, especialmente entre los más jóvenes, recién salidos de la adolescencia, y es objeto de la preocupación de las formaciones de izquierdas, que alertan de una «regresión» en, por ejemplo, los modelos de las políticas de género, donde sólo hay hartazgo de los excesos del feminismo radical. Sucede algo parecido con las políticas identitarias, que las nuevas generaciones entienden más como privilegios de minorías que reclamación de derechos, una vez que estos últimos están reconocidos por el sistema constitucional a todos los ciudadanos, con independencia de sus creencias o particularidades. Ciertamente, en ese cambio de tendencia hacia formaciones conservadoras que vienen detectando las encuestas -que señalan el notable trasvase del voto joven desde el PSOE, donde fue determinante para que los socialistas aguantaran el tipo en julio de 2023- actúan otros factores, como el deterioro de sus expectativas de futuro, con una economía que precariza los comienzos de la vida laboral, o la escasez de vivienda, que se ha convertido en una pesadilla para buena parte de la población. También, todo hay que decirlo, por el atractivo de los mensajes simplistas en materia de política migratoria de partidos como Vox, que fomentan el rechazo hacia los extranjeros de unas generaciones que conviven más estrechamente con los recién llegados, con los inevitables problemas de integración y refuerzo de pertenencia grupal que el tiempo y la madurez ayudan a disipar. Al parecer, creen en los equipos de propaganda gubernamental que abriendo cuentas oficiales en plataformas juveniles como TikTok, con un lenguaje, por otra parte, muy impostado que se descubre a la legua, pueden revertir la tendencia y recuperar un voto que, como el de las mujeres, hartas de los escándalos sexuales de quienes se autodeclaraban convencidos feministas, se les está volviendo esquivo. Sobre el éxito de la iniciativa no podemos pronunciarnos ni en un sentido ni en otro, pero sí creemos que haría el Gobierno mucho mejor en apoyar efectivamente a los jóvenes españoles, primordialmente, tratándoles no como a minorías, sino como a ciudadanos con los mismos derechos y deberes que conforman el modelo democrático constitucional. Y la solución al problema de la vivienda vendrá por añadidura.
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