
Las correcciones
La peligrosa apuesta de Putin con la OTAN
El respaldo de Trump al derribo de drones rusos que entren en Europa es un espaldarazo a los aliados
Escuchar a Donald Trump es fascinante. No tiene problemas en subirse a la tribuna de la Asamblea General de Naciones Unidas (UNGA, en sus siglas en inglés) para cargar contra el multilateralismo. No bromea cuando pone como prueba de la incapacidad de la ONU para asegurar la paz en el mundo, el hecho de que no le adjudicasen la reforma de sus instalaciones en Nueva York en el pasado. Tan pronto se queja de una escalera mecánica rota en el vestíbulo de la sede de Naciones Unidas y un teleprompter defectuoso, como presume de haber acabado con siete guerras en siete meses. «Ni siquiera recibí una llamada telefónica de la ONU ofreciendo ayuda para cerrar los acuerdos». Trump aprovechó su intervención en Naciones Unidas para vender su America First al resto del mundo. Describió las políticas verdes («la mayor estafa del mundo») y la inmigración masiva como un monstruo de dos cabezas que está devorando a Europa. Señaló a Naciones Unidas por su política de fronteras abiertas y alertó de que las naciones europeas se van «al infierno».
Trump actúa como un «showman», pero tiene olfato político. Sus críticas a la incapacidad de Naciones Unidas para poner fin a las guerras de Gaza y Ucrania son pertinentes. «Si ese no es su propósito, ¿cuál es la utilidad de la ONU?». Nunca antes la ONU se había visto tan afectada por un contexto geopolítico tan complejo. El problema de Trump es que se queda en la superficie. La ONU no es perfecta, pero nadie sabe cómo reemplazarla.
Naciones Unidas es, además, un espacio de encuentro con un valor inestimable. La intervención más interesante de Trump no fue en la tribuna, sino en los pasillos de camino a su reunión con el presidente Volodimir Zelenski. El presidente de Estados Unidos apoyó el derribo de los aviones rusos que ingresen en el espacio aéreo de la OTAN. Ese mismo día, Dinamarca había sufrido el mayor ataque contra su infraestructura crítica. Un enjambre de minidrones paralizó el aeropuerto de Copenhague. No está clara la autoría, pero todas las miradas están puestas en Rusia. Estonia interceptó cazas rusos en sus cielos la semana pasada. Finlandia, Noruega, Lituania y Letonia han sufrido incidentes similares. Polonia y Rumanía fueron sobrevoladas por drones rusos recientemente. Los estrategas occidentales están seguros de que el Kremlin está poniendo a prueba la reacción y unidad de la OTAN. Los aliados han abierto un debate sobre cómo deben responder a estas provocaciones. Los Estados Bálticos son partidarios de derribar los cazas que violen el espacio aéreo; hasta ahora Estados Unidos sostenía que eso podría desencadenar una escalada peligrosa. Pero Trump ha virado. El espaldarazo de EE.UU. al uso de la fuerza reduce las posibilidades de que Putin explote las divisiones en el seno de la Alianza Atlántica. El objetivo final de los rusos es demostrar que el Artículo 5 (la cláusula de seguridad mutua) ha caducado. Trump puede decir un día una cosa y mañana la contraria, pero no se arruga cuando se trata de usar el poder militar. El amo del Kremlin nos demostró en febrero de 2022 que le gustan las apuestas arriesgadas, pero no debería subestimar a la OTAN, la mayor alianza militar del mundo, creada precisamente para contrarrestar el expansionismo ruso.
✕
Accede a tu cuenta para comentar