Al portador

Para pensar ya estoy yo

«José Luis Escrivá, en el Banco de España, es sobre temido y se irrita y levanta mucho la voz si no le asienten»

George Clemenceau (1841-1929), primer ministro francés en tiempos de la Tercera República, advertía que «ha de hacerse temer quien no sepa hacerse amar». Friedrich Nietzsche (1844-1900) escribió en «La voluntad del dominio» que «el que sabe mandar encuentra siempre a los que han de obedecer». José Luis Escrivá, gobernador del Banco de España, es más temido que querido, salvo por su círculo profesional más próximo y no siempre los que hay a su alrededor están dispuestos a obedecer por encima de todo. Escrivá es el todopoderoso gobernador del Banco de España que ayer tuvo que apechugar con la dimisión de uno de los pesos pesados de la Institución, el director general de Economía, Ángel Gavilán. Todo ocurrió después de que presentara, como es tradición, el Informe Anual del Banco de España, el documento más importante que elabora todos los años la entidad. La tradición dice que analiza la situación económica, la valora y, además, emite recomendaciones. Gavilán encabeza el equipo encargado de elaborar el informe y ha chocado con los deseos –órdenes dicen– de Escrivá de hilvanar un Informe sobre todo favorable al Gobierno, que elude cualquier problema de fondo, como las pensiones y descarta sugerir nada en la práctica. Cuentan por los pasillos el Banco de España que Gavilán ya había adelantado su dimisión hace algún tiempo, pero que por la lealtad del funcionario con la Institución ha seguido hasta ahora y permanecerá en el puesto hasta que tenga un relevo, dentro de unas semanas. El Gobernador, más allá de su competencia técnica, que nadie discute, tiene fama de tener un carácter difícil y un trato muy complicado con sus subordinados. Le ocurrió en el BBVA, en el BCE y parece ser que también ahora. No es extraño, sino frecuente, que se irrite si no le asienten y tampoco que eleve la voz y que su cabreo se escuche más allá de donde imaginaría. «Para pensar estoy yo y vosotros estáis para ejecutar», afirman que habría dicho en más de una ocasión y tampoco es un secreto que Ángel Gavilán y su equipo –y no son los únicos– han sufrido su irá, incluso por la mínima discrepancia técnica. Hay que hacerse temer cuando resulta imposible hacerse querer, como sabía el veterano izquierdista que era Clemenceau.