Al portador

Un pequeño paso para desatascar la Justicia

«Martínez Arrieta, en la Sala Segunda del Supremo, será conciliador y buscará acuerdos al margen de adscripciones»

Marco Tulio Cicerón (106-43AC), en su «De legibus» explicaba hace más de dos mil años que «el objeto de la justicia es dar a cada uno lo suyo» o «la justicia da a cada uno lo que le corresponde». El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que preside Isabel Perelló, tras meses de bloqueo, dio ayer un pequeño/gran paso, casi revolucionario en estos momentos, para desatascar un asunto que se había enquistado en el Tribunal Supremo. El CGPJ nombró, por mayoría, a Andrés Martínez Arrieta, presidente de la Sala Segunda del Supremo, la sala de lo penal, y a Pablo Lucas, al frente de la sala de lo Contencioso Administrativo. Todo fue posible tras la retirada de las candidaturas de Ana Ferrer y Pilar Teso, cuya presentación en su día, auspiciada por el Gobierno, impidió estos nombramientos. Ahora ambas han decidido apartarse –sus defensores dicen que con generosidad– y han evitado la aparición de nuevos aspirantes más radicales. La elección de Martínez Arrieta y Lucas, que ya ejercían la presidencia «en funciones» de sus respectivas salas, devuelve la normalidad al alto tribunal. El Supremo ha sido –puede volver a serlo porque nada está garantizado– campo de batalla entre socialistas y populares, en su pugna por situar en puestos estratégicos a magistrados más o menos afines. Esa práctica y la falta de consenso entre ambos partidos han provocado largas situaciones de parálisis. Ahora, sobre todo con Martínez Arrieta, el CGPJ, ha abierto una nueva vía. El ya presidente efectivo de la sala segunda ha cosechado más votos del llamado bloque conservador que del que se tilda de progresista. Es el número uno de la carrera judicial, es conciliador y tiene mucho prestigio. Además, es independiente y puede adoptar –lo ha hecho y lo volverá a hacer– decisiones que gusten o disgusten a unos y a otros en la tarea que tiene por delante, con asuntos de mucha trascendencia y repercusión social y política. Tolerado por socialistas y populares, buscará acuerdos y eludirá cualquier adscripción a conservadores o progresistas. Afronta el reto de que su mandato, que expira por jubilación en la primavera de 2027, no sea un paréntesis en la judicatura española, aunque no depende solo de él, porque el objeto de la justicia es dar a cada uno lo suyo, como decía Cicerón.