
Top Mantra
Poder
La sensación agónica de que todo debe ser controlado, que denota la paranoia de que, si algo se escapa a la intervención gubernamental, puede abrir una vía de agua que provoque un naufragio definitivo
No todos saben gestionar el poder político. Algunos, cuando tienen poder, reaccionan como dementes tratando de controlarlo todo, sin darse cuenta de que eso es imposible. La vida es un terreno peligroso, imprevisible, resbaladizo, abarcarla entera es algo que sobrepasa la capacidad humana. Pocos, como John F. Kennedy, son capaces de superar trabas, batacazos, humillaciones…, usando lo que él mismo llamaba «elegancia bajo presión». Otros, como el presidente Nixon, inician una guerra por el control, destinada al fracaso. Ya comparé aquí la situación de nuestro gobierno con el de Nixon, en concreto con el «Watergate scandal», y también se pueden ver grandes semejanzas en la exigencia apremiante, que condujo a la coerción, que sintió Nixon en su afán patológico por presentar sus fracasos, derrotas y miserias, ante la opinión pública, como si fueran justo lo contrario. Intentó de manera desesperada disimular, enmascarar, ocultar sus equivocaciones y pifias para que la ciudadanía las confundiera con victorias y grandes aciertos de Estado. El patetismo de su estilo de gobernar lo condujo a donde sabemos. La Administración Nixon es un modelo en el cual pueden verse reflejadas grandes líneas de actuación del Gobierno actual. Verbigracia, un Ejecutivo impulsado por el deseo frenético de «ganar» todo el tiempo, aunque la evidencia sea que no se gana: se pierde siempre. Un grupo dirigente obsesionado con el triunfo al igual que lo está un equipo deportivo, que piensa que ganar es vivir mientras perder es morir un poco. La sensación agónica de que todo debe ser controlado, que denota la paranoia de que, si algo se escapa a la intervención gubernamental, puede abrir una vía de agua que provoque un naufragio definitivo. Por tanto, una visión irreal, completamente aturdida, de lo que significa utilizar el poder para gestionar esa comunidad política que es la nación; la creencia en el poder absoluto político: una idea irrazonable que genera gasto y esfuerzo inútiles, alarmantes. El dogma fantástico (una idea religiosa) de que existe el poder absoluto. O sea, una errónea y desesperada estimación de fuerzas, propias y ajenas.
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