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Y volvieron cantando

Ponderar la moción de censura

El desprecio de Sánchez al Parlamento impide un amplio y transparente debate sobre la grave situación política condicionada por la corrupción

El sanchismo ya ha conseguido que parte de la opinión pública trague con todo lo que haga falta con tal de que no lleguen al poder las «terribles» derechas, pero tal vez sea precisamente ahora, con los detritus de «chistorras» y «lechugas» cuando más oportuno resulte evidenciar algunos silencios cómplices y flagrantes en el arco parlamentario, por no hablar de la idoneidad de apuntalar la alternativa única de Núñez Feijóo con vocación real y útil de Gobierno dado el innegable crecimiento de Vox que mete goles sin salir del vestuario. A pesar de que en una moción de censura el fracaso numérico puede ir a veces acompañado de un éxito político, el líder del PP sigue sin convencerse hoy de la idoneidad de este órdago, sabedor de que ninguno de los socios de investidura de Sánchez va a dar el paso de señalarle la salida de La Moncloa, entre otras cosas porque, por muy fuerte que sea lo que está pasando no se quiere correr el riesgo de que la propia feligresía desapruebe un voto conjunto, no tanto con el PP como con Vox.

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Sin embargo, hay ocasiones en las que la gravedad de una situación inédita podría obligar a ponderar la vía de la moción de censura, sobre todo porque hablamos de unos primeros y crecientes indicios de financiación irregular en el partido del gobierno. Ausencia de presupuestos aparte, las nuevas revelaciones de la UCO a propósito de pagos del PSOE en metálico al exministro Ábalos, la confirmación de juicios orales a todo un fiscal general del estado, a la esposa y al hermano del mismísimo presidente son casos tan inéditos en más de cuarenta años de democracia como entre los socios de la Europa a la que pertenecemos.

Todo esto, más lo que irá cayendo, justificaría por parte de Feijóo un punto de inflexión que, además de fijar posición y obligar a hacerlo a los demás –incluido Vox– también serviría para apuntalar al líder popular como única alternativa con proyecto real de país. El desprecio de Sánchez al Parlamento impide un amplio y transparente debate sobre la grave situación política condicionada por la corrupción y tal vez por ello se haga más necesario ponerla sobre la mesa haciendo que todos se retraten. La moción conlleva riesgos, pero año y medio hasta unas elecciones a algunos se les puede hacer muy largo.