Eleuteria

Populismo fiscal en Italia

Tras la chapuza, el parche. ¿Por qué no abandonar el populismo fiscal, a izquierda y a derecha, desde un comienzo?

Si cualquier sector económico dentro un país tiene problemas de (falta de) competencia, lo que deberían hacer las autoridades es facilitar la penetración de una mayor competencia. Sin embargo, como ésta suele ser una política pública más complicada de ejecutar y mucho menos dada al aprovechamiento populista, lo que gustan de hacer nuestros gobernantes es otra cosa: acusar a un sector de ser insuficientemente competitivo para justificar la aprobación de un nuevo impuesto sobre sus beneficios supuestamente extraordinarios.

Y es que la teoría económica más elemental nos enseña que, cuando en una economía no existe competencia intensa entre las empresas, los beneficios extraordinarios tienden a aparecer. Por consiguiente, en lugar de solucionar el mal de fondo, se opta por tratar los síntomas. No otra cosa hizo este martes el gobierno derechista de Giorgia Meloni en Italia con respecto a los bancos (o meses atrás el gobierno izquierdista de Pedro Sánchez en España): como al parecer los bancos italianos no están trasladando a sus depositantes los mayores intereses que cobran por su cartera de deuda pública o por sus reservas en el BCE, entonces nuestros gobiernos deciden cobrarles un tributo aún mayor del que ya venían pagando a través del Impuesto sobre Sociedades. En España fue del 4,8% sobre la totalidad de sus ingresos netos por intereses y comisiones, mientras que en Italia este porcentaje se elevaba hasta el 40%. En apariencia mucho más que en España pero no en el fondo no, por dos razones. Primero, el impuesto italiano sólo se cobrará un año, no durante un mínimo de dos como en España; segundo, el impuesto italiano no se cobrará sobre la totalidad de los intereses netos de los bancos, sino sobre la diferencia entre los intereses netos cosechados en 2022 o 2023 (el que sea mayor) respecto a 2021. Por ejemplo, si los ingresos por intereses netos fueron de 100 en 2021 y de 110 en 2023, se cobrará el 40% de 10, esto es, 4, lo que equivaldría al 3,6% sobre 110 (menos que en España). Sea como fuere, nada más anunciar la medida, los bancos italianos se hundieron en bolsa y el Gobierno de Meloni tuvo que salir a la palestra para matizar que la cuota líquida del tributo en ningún caso excederá el 0,1% de los activos de cada banca. Tras la chapuza, el parche. ¿Por qué no abandonar el populismo fiscal, a izquierda y a derecha, desde un comienzo?