El trípode

PSOE: PS, «Plataforma Sanchista»

El gobierno recurrió a la ONU para que sus «relatores» informaran lo que el sanchismo desea para reforzar su recurso ante Conde Pumpido, aunque quizás sería más eficaz que sus conocidos relatores para la ocasión dedicaran su tiempo en intentar conseguir parar las guerras en Ucrania y el Oriente Próximo, por ejemplo.

La ONU, que cada día más se acredita como una institución tan onerosa como inútil para el interés general, actualmente está al servicio de los patrocinadores del Foro mundialista de Davos y su Agenda, y se permite hasta entrometerse en la política interior española. Por supuesto que no lo hace para llamar la atención a lo que pretende hacer Sánchez controlando al poder judicial y a la prensa libre para evitar la «desinformación y los bulos», eufemismo para referirse a lo que realmente pretende, sino para «regenerar la democracia». La ONU lo hace para denostar las «leyes de concordia» aprobadas en algunas comunidades autónomas para hacer frente a la memoria que pretende imponer Sánchez. Memoria que consiste en establecer la suya propia como obligatoria para todos los españoles, –respecto a la guerra civil y el franquismo–. El gobierno recurrió a la ONU para que sus «relatores» informaran lo que el sanchismo desea para reforzar su recurso ante Conde Pumpido, aunque quizás sería más eficaz que sus conocidos relatores para la ocasión dedicaran su tiempo en intentar conseguir parar las guerras en Ucrania y el Oriente Próximo, por ejemplo. Por cierto, al respecto conviene no olvidar que esa vigente ley de «memoria democrática» fue apadrinada por Bildu –actualmente socio de Sánchez– lo que basta y sobra para saber de que «democrática» memoria estamos hablando. Esa memoria sanchista es la del PSOE que promovió el golpe de Estado revolucionario contra el legítimo gobierno de la República en 1934, que accedió al poder con el Frente Popular en febrero de 1936 mediante un documentado pucherazo electoral, y que desembocó en la guerra civil. Aquel infausto PSOE ha revivido en el (PS), el actual Partido Sanchista, que Felipe González y Alfonso Guerra consiguieron hacer olvidar, –pese a mantener sus siglas– y ser reconocido como otro diferente: democrático, socialdemócrata y plenamente constitucional. Pero el actual «PSOE» es otro; se ha convertido en una mera plataforma política al servicio de Sánchez cual su líder supremo, con un servilismo que ha quedado patente para la Historia, en el patético papel jugado durante los 5 días de reflexión de su caudillo. El aplaudido calificativo para él por parte de sus sumisos seguidores, considerándole como el «puto amo», refleja el sumiso caudillismo imperante en el interior de esas siglas. Las actuales España y Europa y el mundo no son los de aquellos desdichados años, pero ello no obsta a que subsista quien inspiró las diabólicas ideas e impulsos en las mentes y voluntades de quienes precipitaron a España, Europa y el mundo al abismo de aquellos años.