Canela fina

Puigdemont es lo peor para España

«Feijóo y Abascal deben dejar los partidismos aparte y procurar que se dé a Cataluña, tras las autonómicas, la menos mala de las soluciones»

En el entorno del prófugo golpista Carlos Puigdemont se asegura que el acuerdo subterráneo con Pedro Sánchez consistió, a cambio de los siete escaños de Junts en el Congreso de los Diputados, la promulgación de una Ley de Amnistía que permitiera al expresidente regresar sobre alfombra roja, en triunfo multitudinario, a Cataluña; y a continuación elecciones catalanas y regreso a la presidencia de la Generalidad. Estaba claro, y lo sigue estando, que si Puigdemont vuelve a ocupar la presidencia catalana, reiniciará el proceso de independencia al precio que sea.

Las elecciones autonómicas, sin embargo, han dado la victoria relativa a Salvador Illa. Si Puigdemont consiguiera entenderse con ERC, exigirá a Pedro Sánchez la abstención del PSC, lo que le permitiría reocupar la silla curul del palacio de la Generalidad. Si Salvador Illa se niega, con grave riesgo para la continuidad en Madrid de Pedro Sánchez, porque el órdago de la moción de censura acecha, entonces el prófugo golpista arbitraría unas nuevas elecciones autonómicas que le abrieran sus esperanzas y deseos.

Mezquindades y cautelas aparte, la realidad pura y dura es que lo peor que le puede ocurrir a España en Cataluña es que Carlos Puigdemont vuelva a encabezar el gobierno catalán porque en muy poco tiempo intentaría un nuevo proceso independentista, con riesgo, conforme al artículo 8 de la Constitución, de intervención del Ejército. Y como aseguraba lúcidamente Cánovas del Castillo, el militar al que se llama como médico de urgencia acostumbra a quedarse como médico de cabecera.

Ni Feijóo ni Abascal pueden situar el interés de sus partidos por encima del interés general. Tiene muchos riesgos que Salvador Illa se convierta en presidente de la Generalidad, pero peor sería el retorno de Puigdemont. Por eso hay que hacer lo posible para que se produzca el entendimiento entre socialistas y ERC, partido que se distingue por el odio visceral a la figura de Puigdemont. A nadie se le oculta la inseguridad que supone Salvador Illa en el poder, con el sanchismo al acecho y la incertidumbre del voto de los siete diputados de Junts en Madrid. Pero la política obliga en ocasiones a elegir el mal menor como escribió André Maurois en su espléndida biografía de Benjamin Disraeli, primer ministro de la Inglaterra imperial.