El buen salvaje
Pulseritas de Aliexpress Vs. pañuelos palestinos
Las víctimas de las pulseras no salen en televisión y no tienen a una Irene Montero desgañitada que las defienda. Antes está Gaza, ese terrible lugar que difumina el olor a azufre
En Aliexpress se puede encontrar de todo, hasta argumentos ideológicos; en el gran almacén digital todo es negocio, hasta para el Ministerio de Igualdad, esa guinda en el empalagoso pastel de un feminismo de chichinabo. Quién sabe, la ministra, una tal Ana Redondo, tal vez estaba buscando una remesa de bufandas palestinas, que ayer vendían en su página web a 1,71, gran ganga, y se encontró con las pulseritas para los maltratadores y ahí amarró el amaño. En el ministerio (igual) piensan que las pulseritas son como la que se ponen los «fachas» de toda la vida, que marcan como ganado a sus indeseables, pero resulta que son otras, que también seguían vendiendo ayer en la web del sitio de marras. También unas New Balance muy chulas.
La chapuza es una más de un gobierno que solo coge el palustre para repellar frases de barricada en un muro de gotelé. Lo trágico en este caso es que no se trata de que un tren llegue tarde, que ya es un drama, sino que ha dejado indefensas a mujeres muertas de miedo, pendientes de cuándo se enciende la luz del descansillo no vaya a ser que el agresor se acerque. No hace falta que llegaran a sus casas solas y borrachas como desea la izquierda pop: ya estaban en sus habitaciones escuchando el castañeo de sus dientes.
Qué importa, ¿verdad?, al cabo, según la ministra, afectaba a un 1%, y en ese porcentaje no se considera todavía feminicidio. Se crea un ministerio para protegerlas y hacen una ley (aquella del solo sí es sí) que saca a la calle a un puñado de violadores y luego dejan escapar por otra rejilla a ratas inmundas.
Para el Gobierno es mejor poner su atención en campañas publicitarias, como «Por huevos», con la que nos quiere hacer hombres nuevos para que hagamos tortillas con la parte testicular de nuestros cerebros, como si las mujeres no los pusieran encima de la mesa cuando toca, y de qué manera. El anuncio podría proyectarse cada vez que el presidente del Gobierno aprueba un decreto, que es una manera de gobernar por huevos en lo que son decretos escrotales.
No pasa nada, está Gaza y las rebajas de las bufandas palestinas en todas las plataformas. No será el escaso empuje de la derecha la que deje a Sánchez en su camerino, pintándose de nuevo como una estrella para salir al escenario sino Netanyahu. Las víctimas de las pulseras no salen en televisión y no tienen a una Irene Montero desgañitada que las defienda. Antes está Gaza, ese terrible lugar que difumina el olor a azufre.