El buen salvaje
¿Por qué no se ven las mujeres de derechas contra Rubiales?
El Gobierno ha tardado cinco días, ¡cinco días! en pedir abiertamente la dimisión de Rubiales. En esa misma tesitura, un Ejecutivo del PP sería, como en tantos otros asuntos, atacado por falta de empatía con las jugadoras cuando no por ser abiertamente machista
España entera está contra Rubiales (o casi, con todos los respetos para los casi por supuesto). Si nos guiamos por los resultados de las últimas elecciones, más de la mitad de los votantes son de derechas (diversas derechas) y la otra mitad de izquierdas, de la más moderada, si es que hoy es posible una izquierda moderada, a la más radical. Sin embargo, en el caso del zafio Rubiales (del que quiero ahorrarles escribir para evitar ardores de estómago), casi (con todos los respetos para los casi) todos los medios, de los procomunistas a los conservadores, le han dado la puntilla con mayor o menor pulsión y destreza. ¡Hay consenso! Más aún entre las mujeres.
Pero las políticas de derechas han dejado escapar de nuevo una gran oportunidad para marcar territorio feminista frente al neofeminismo izquierdoso con su histérica agenda Barbie (de barbaridad) y su facilidad para que su discurso permee de tal manera que parezca el oficial cuando no lo es en las calles. En esto de ciertas «batallas culturales» la derecha porta la bandera del sentido común: piensa que Rubiales debe dimitir porque no actuó como debe hacerlo un alto representante del deporte español pero se deja de paranoias mentales sobre el sexismo más allá de la anécdota, de manera que no excluye a los hombres por el hecho de serlo. Pero las políticas y los políticos del Partido Popular temen quizá meter la pata, no están acostumbrados a ser militantes a la manera en que se debe ser en el siglo XXI y en lugar de ponerse a la vanguardia vociferante dejan ese terreno para que Yolanda Díaz e Irene Montero continúen abonando la idea de que los hombres son unos malvados depredadores y las mujeres, unas víctimas que deben ser protegidas como púberes; o dicho de otro modo, la derecha no hace aspavientos con su feminismo de corazón, que está muy bien si lo que hubiera enfrente fuera otra cosa. ¡Pero es que enfrente hay lo que hay, la «proyección histérica» que escribió hace muchos años Camille Paglia!
El Gobierno ha tardado cinco días, ¡cinco días! en pedir abiertamente la dimisión de Rubiales. En esa misma tesitura, un Ejecutivo del PP sería, como en tantos otros asuntos, atacado por falta de empatía con las jugadoras cuando no por ser abiertamente machista. Cuca Gamarra, en su momento candidata a vicepresidenta de un Gobierno centrista, y todas las que están a su cargo, no pueden, una y otra vez, dejar que la pelota esté en el campo de la izquierda. A ver, chiques, hay que contraatacar. Créanse que han ganado las elecciones. Solo sí es sí, pero este sí, no el otro sí.
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