
Sin Perdón
Sánchez: otro acto de la farsa
«Es un hombre cándido, generoso y sofisticado, rodeado de garrulos que le tomaron el pelo»
No creo que nadie sea tan ingenuo para pensar que Sánchez asumirá alguna responsabilidad por los escándalos que afectan a su familia, su partido y su Gobierno. Una de las ventajas de no tener empatía es que no le afectan las críticas. Su prioridad es continuar en La Moncloa, ya que le gustaría ser presidente vitalicio. En este sentido, hay que reconocer que su más firme convicción es no tener ninguna convicción. El sábado asistimos a otro acto dentro del teatrillo que ha organizado para sobrevivir gracias a la sumisión de Sumar, el PNV, ERC y Bildu. Por supuesto, este miércoles discursearán criticando la corrupción y exigiendo medidas, pero es bueno que nadie se tome en serio a Yolanda Díaz, que forma parte del cuerpo de edecanes del sanchismo. Los medios de comunicación del movimiento se han encargado de fijar posiciones a su servicio, ya que es un titán que se enfrenta a la corrupción y que ha sido engañado. Hay momentos en los que deslizan alguna crítica, pero con enorme moderación. Nadie quiere sufrir a Júpiter iracundo cerrándoles el grifo de la pasta. El gran timonel no puede abandonar el barco. El hombre profundamente enamorado y con el corazón tocado nos pegará uno de sus rollos lacrimógenos para convencernos de que lo ha hecho todo bien, pero se equivocó en confiar en unos golfos que le han traicionado. Un hombre cándido, generoso y sofisticado rodeado de garrulos que le tomaron el pelo.
Tezanos puede hacer otra de sus chapuzas y otorgar la mayoría absoluta al centinela de Occidente. Los palmeros y los mercenarios aplaudirán con desbordante fervor, porque, como dirían Marlaska o Morant, «no ha existido un presidente más grande que tú». Hay gente que se siente complacida con las palabras de los pelotas, los intrigantes y los manipuladores. En cierta ocasión llegué a La Moncloa y la persona que me recibió me dijo: «Le llamarás jefe o presidente». Me lo quedé mirando y le contesté que ni de broma. Por supuesto, el entonces inquilino temporal de La Moncloa ni lo quería ni lo esperaba. Hay que guardarse de este tipo de lameculos profesionales. No hay nada peor que las personas aduladoras y serviles, que intentan ganarse el favor del poderoso mediante halagos.
Francisco Marhuenda. De la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España. Catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)
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