Opinión
Sánchez & Scholz en Berlín
El presidente del Gobierno fue invitado para arropar al canciller alemán, que no está atravesando tampoco un momento precisamente boyante, sino todo lo contrario
La izquierda no vive un momento particularmente brillante en la actualidad, ni en la UE ni en el mundo. En el reciente congreso del SPD alemán, (el partido socialdemócrata), ante esa situación de carencia de dirigentes de gobiernos pertenecientes a dicho espectro ideológico, Sánchez fue invitado para arropar al canciller Olaf Scholz, que no está atravesando tampoco un momento precisamente boyante, sino todo lo contrario, al estar hundido en las encuestas. Su coalición gubernamental con los liberales y los verdes hace agua empantanada con los presupuestos y en diversos lander –estados– de la antigua RDA, la Alemania comunista, con elecciones el próximo año, los sondeos les sitúan en tercera posición, superados por la derecha «Alternativa para Alemania», en cabeza con una intención de voto muy por encima del 30 por ciento. Por si eso fuera poco, la valoración del liderazgo del canciller alemán Scholz ha caído hasta aprobar su gestión tan solo dos de cada diez alemanes, mientras para el Bundestag, el Parlamento Federal, la misma derecha AfD les supera en intención de voto por detrás de los cristiano demócratas de la CDU- CSU. Ante ese panorama se comprende que recurriera a Sánchez como aval a su candidatura, convirtiendo el congreso de los socialistas alemanes en una réplica de los mítines habituales de Sánchez (tan «progresista» él) advirtiendo del peligro de que «viene el lobo», de la mano de la «ultraderecha, el populismo y el fascismo», presentándose a sí mismo como ejemplo ante el mundo, cual muro de contención para hacerles frente. Un personaje muy cercano a él, Katarina Barlay, la candidata del SPD a las elecciones europeas del próximo 9 de Junio, intervino cantando sus méritos al «haber traído la paz» entre los españoles, y haber conseguido con la amnistía, que «los separatistas se distancien del objetivo independentista». Eso merece ser escuchado por si alguien creía que había sido para conseguir los siete votos de Puigdemont de los que precisa para seguir en el poder tras su derrota del pasado 23 J. Menos mal que Katarina, muy del gusto también del prófugo de Waterloo, nos ha dado luz para entender el drástico «cambio de opinión» del sanchismo respecto a la imposibilidad de una amnistía por ser inconstitucional e improcedente en un Estado democrático y de derecho. En cuanto al abandono de los objetivos separatistas de los Junqueras, Puigdemont, Borrás, el indultado Turull, y cia. no parecen muy acordes con su reiterada afirmación de que tan pronto puedan «lo volverán a hacer». Si Sánchez es una referencia de cualificado valor político para sus colegas alemanes, no es de extrañar su descriptible situación política actual.
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