El trípode
Sanchismo: hacia la República Confederal y Plurinacional
La amnistía significa, –como afirma Puigdemont para que no quepan dudas al respecto–, colocar al Estado español social y democrático de Derecho, como agresor totalitario frente a los demócratas autores de aquel golpe de Estado, convertidos así en víctimas de la represión por ejercer el derecho a la autodeterminación.
A medida que se profundiza y reflexiona acerca de la situación que tenemos ante nuestros ojos en España, mayor es la tristeza y preocupación, y más cuesta contener la indignación ante lo que sucede. Que el gobierno de la Nación esté en manos de quienes la odian, la desprecian, y quieren romperla para dejar de ser españoles –Puigdemont, Junqueras, Otegi …– es sencillamente vergonzoso. Que una vicepresidenta como emisaria del presidente del Gobierno en funciones, se desplace a Bruselas a suplicar su voto a Puigdemont –haciéndole las carantoñas que distribuye a todo el mundo–, un dirigente político secesionista y prófugo de la Justicia para no afrontar su responsabilidad por el golpe de Estado de 2017 que perseguía la independencia de Cataluña, no cabe en ninguna persona con un mínimo de sentido común y de dignidad personal e institucional. La ofensa cometida a España y a los españoles no puede ni debe olvidarse y debe ser afrontada y evitada por todos los medios legales políticos y sociales posibles. La amnistía significa, –como afirma Puigdemont para que no quepan dudas al respecto–, colocar al Estado español social y democrático de Derecho, como agresor totalitario frente a los demócratas autores de aquel golpe de Estado, convertidos así en víctimas de la represión por ejercer el derecho a la autodeterminación. El Estado son los tres poderes; el Congreso y en este caso en especial el Senado que avaló la aplicación del artículo 155 de la Constitución; el gobierno que lo promovió y el Tribunal Supremo y los jueces encabezados por el instructor Llarena que han juzgado, condenado y procesado a centenares de personas –incluidos los vándalos Comités de Defensa de las República (CDR), que cometieron todo tipo de desmanes. Todo eso sin olvidar a los muy numerosos policías y guardias civiles que cumplieron con su deber y las órdenes recibidas, a los que Puigdemont se permite excluirles de esa eventual amnistía, aunque ellos rechazan dignamente esa vergonzosa homologación. El Estado tiene además un Jefe, que es S M el Rey Felipe VI, que cumplió ejemplarmente con su deber constitucional como «simbolo de la unidad y permanencia del Estado» en su intervención televisada del 3 de octubre de 2017.
La amnistía es una medida muy eficaz para quienes desean para España una República confederal y plurinacional, transitoriamente integrada por las diversas naciones que junto a la residual nacional española la conformarían hasta conseguir su deseada republiqueta independiente. Para comenzar, la Investidura se celebrará en un Congreso cual Torre de Babel, con Sus Señorías debatiendo con traducción simultánea entre ellos. Sobran comentarios.
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