Canela fina
La singularidad catalana y Pedro Sánchez
«Sánchez sabe que los siete escaños de Junts sólo estarán seguros si el prófugo golpista Puigdemont se encarama en la poltrona de la Generalidad»
Pocos intelectuales españoles han tenido tanta claridad de ideas al analizar la situación política catalana como José Ortega y Gasset, primera inteligencia del siglo XX español. Pedro Sáinz Rodríguez, consejero áulico en el Consejo Privado de Juan III, exministro de Educación, académico de la Real Academia Española, exiliado durante más de treinta años, mantuvo largas conversaciones en Lisboa y Estoril con el autor de La rebelión de las masas. Son pocas las referencias que existen de aquellos encuentros en los que rivalizaría la calidad intelectual. Don Juan asistió a algunos de ellos y conservaba memoria precisa de lo que ambos personajes hablaban y a veces debatían. «Tenía razón Ortega –me dijo un día ya en España Sáinz Rodríguez– a los independentistas no se les puede hacer ninguna concesión porque no sirve para nada. Lo quieren todo, lo exigen todo y no dejarán de hacerlo hasta que logren la independencia».
La posición de Ortega sigue vigente. Lo que ocurre es que el oportunismo político ha modificado la situación. Sin los votos del centro derecha vasco y del centro derecha catalán –PNV y Junts– resultará muy difícil para el Partido Popular alzarse con el poder. Salvo alguna fugaz mayoría absoluta, el PP siempre ha necesitado los escaños bien del PNV, bien del centro derecha catalán, para instalarse en la silla curul del palacio de la Moncloa. Y genuflexo ante las exigencias independentistas, Pedro Sánchez piensa lo mismo. Sin los cinco diputados del derechista PNV, sin los siete del derechista Junts, no podría mantenerse en su poltrona monclovita.
Todas las Autonomías españolas tienen sus singularidades. Cuando el presidente se arrodilla ante «la singularidad» catalana sabe que lo está haciendo ante «la independencia» catalana. Esa es la realidad. Lo que no conocemos es si Sánchez quiere hacer presidente de la Generalidad a Salvador Illa o si por el contrario maniobra bajo cuerda para que esa presidencia la ocupe el prófugo golpista Carlos Puigdemont, porque tal vez el acuerdo entre los dos comprenda la amnistía, la vuelta en triunfo a Cataluña y después la presidencia de la Generalidad. Sánchez proclama en público su apoyo a Illa. Los que le conocen bien saben que eso no significa nada y que los siete escaños de Junts sólo estarán seguros, por lo menos durante algún tiempo, si el prófugo golpista se encarama de nuevo en las cumbres de la Generalidad.
Luis María Anson,de la Real Academia Española.
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