El trípode

Situación límite: Sánchez genuflexo en Waterloo

Olvidar la transición democrática es «cargarse» la transición, es ir contra la esencia de las cosas, no es evolución, es pura y llanamente revolución

La amnistía que Sánchez pretende aprobar para satisfacer la exigencia de Puigdemont para que pueda seguir un tiempo más en La Moncloa es de tal gravedad, que exige reiterar lo que significa como enmienda de totalidad a la Transición a la democracia, y a la misma Constitución. Eso desde un punto de vista estrictamente jurídico, porque éticamente es un acto de una indignidad incalificable que incapacita a quien está dispuesto a seguir en el poder a ese coste para España. Amnistía no hay que olvidar viene de «amnesia» es decir olvido. Olvidar la transición democrática es «cargarse» la transición, es ir contra la esencia de las cosas, no es evolución, es pura y llanamente revolución. Se vista como se vista la mona.

No es de extrañar que ante tal «cambio de opinión» de Sánchez respecto a la evidencia de su inconstitucionalidad, cada día más voces socialistas salgan a manifestar su absoluto rechazo a tal posibilidad. Personas tan representativas del socialismo español y de indudable auctoritas respecto al PSOE de Surennes, como Felipe González, Alfonso Guerra, Nicolás Redondo, Joaquín Almunia, y otros más recientes como el ex presidente de Aragón, Lambán, se han ido pronunciando de manera taxativa respecto a la incompatibilidad de una amnistía como la que exige el prófugo de la Justicia ante un régimen democrático como el español.

Al tiempo, la hemeroteca audiovisual y escrita, dan fe de lo afirmado por Sánchez en vísperas de las elecciones del 23J, negando rotundamente esa eventualidad. No es el único: hasta 11 ministros y exministros suyos se han manifestado desde 2021 a la fecha en la misma línea. La pregunta surge inmediata: ¿acaso no es eso engañar a los electores? ¿Hubiera obtenido los mismos votos de haber dicho lo que dice y pretende hacer ahora? Ante la inminencia de la Diada, pasado mañana, la ANC ya toma nota de lo que sucede y convoca a preparar una nueva DUI al día siguiente de entrar en vigor la amnistía. Si Sánchez y Puigdemont creen que la van a conseguir camuflar ante los españoles con ingeniería lingüística y otras artimañas, están en un error: la pretensión es ya demasiado conocida por su desmesura y ni Pumpido con sus togas sanchistas va a conseguir blanquear tal despropósito. Si Puigdemont mantiene su exigencia, que no se engañe Sánchez; podría ser numéricamente investido por el Congreso, pero será fugaz su mandato y al precio de tener asegurado un puesto en la Historia, y no precisamente el que él desearía. La repetición electoral es el mal menor ante esta situación y se apunta necesario. Eso sí: ahora ya con las cartas boca arriba.