El trípode
Los supremacistas, grandes vencedores de las elecciones
No es de extrañar que históricos dirigentes del PSOE, encabezados por Felipe González y Alfonso Guerra, estén elevando el tono de sus críticas a lo que Sánchez está dispuesto a hacer para seguir en La Moncloa.
La degradación institucional y el daño ético y moral a nivel social que va a dejar el paso del sanchismo por la política nacional y el Gobierno son muy profundos, y requerirán para repararse de una auténtica alternativa política y no de una mera alternancia gubernamental. Tras el encargo recibido del Rey para intentar obtener la confianza del Congreso y ser investido presidente, ya es sabido que «va para largo» el debate de investidura de Sánchez, quien se pasó un mes entero criticando a Feijóo por haber estado haciendo «perder el tiempo» a los españoles. Ahora nos enteramos de que ese plazo dilatado es el que le dio a Feijóo Francina Armengol por indicación de Sánchez cuando el líder del PP le propuso hacerlo en tan solo ocho días. Por cierto, que también Feijóo podría haberlo comentado antes. Cada día conocemos una nueva mentira, falsedad o indignidad por su parte. Además, la infamia que acompaña a esta muestra de cinismo es que ese largo plazo viene condicionado por el prófugo del maletero, que someterá al fantasmagórico «Consell de la República» –ente residenciado en Waterloo– la concesión a Sánchez de la gracia de ser investido presidente o tener que someterse a unas nuevas elecciones el próximo 14 de enero.
No es de extrañar que históricos dirigentes del PSOE, encabezados por Felipe González y Alfonso Guerra, estén elevando el tono de sus críticas a lo que Sánchez está dispuesto a hacer para seguir en La Moncloa. Felipe ya ha dicho que los «supremacistas» han sido sin duda los grandes vencedores de las elecciones, pues son ellos los que están decidiendo el Gobierno. Por su parte, en unas contundentes declaraciones Rodríguez Ibarra –el expresidente extremeño a quien no hay que confundir con Fernández Vara, que volvió a su plaza de forense por unas horas y ahora está colocado en una vicepresidencia del Senado– ha dicho que con la amnistía se va a «violar a 40 millones de españoles». A Sánchez se le va a hacer ciertamente muy largo este mes de octubre, pese al secretismo de sus tenebrosas negociaciones con el «progresista» Puigdemont, a la espera del V.°B.° de sus consellers de Waterloo. También dispondrá de ese tiempo Pumpido para que sus togados sanchistas del Tribunal Constitucional consigan una interpretación «progresista y convivencial» de nuestra Carta Magna al gusto del prófugo. ¡Cuánta indignidad por parte de quien se atrevió a acceder al Gobierno con 84 (¡!) votos, mediante una moción de censura basada en que «¡peligraba la calidad de nuestra democracia por la corrupción y la falta de transparencia!».
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