Tribuna

La tecnología y la IA, armas contra las DANAs

Prepararnos en todos los frentes para responder al desafío, poniendo el foco de manera especial en los lugares más propensos a sufrir este tipo de fenómenos, es algo que no se debe postergar

Las desgarradoras imágenes de lo ocurrido en Valencia aún nos conmocionan y empujan, a muchos, a seguir haciéndonos preguntas. No es sólo cuestión de determinar porcentajes de negligencia de las partes implicadas, sino de ver qué lecciones podemos extraer de una desgracia tan terrible. Quizá en este momento resulte difícil, porque la reconstrucción de las zonas devastadas capitaliza la preocupación del país. Es lo prioritario. Sin embargo, urge también que empecemos, como sociedad, a pensar en lo que podemos hacer para que algo así no vuelva a suceder.

En pleno siglo XXI, e inmersos en una revolución innovadora sin precedentes, poner las herramientas digitales de vanguardia al servicio del bienestar de las personas representa un deber moral ineludible. En este sentido, la tecnología está llamada a jugar un papel capital de cara a prevenir y mitigar los efectos de fenómenos naturales como las DANAs, que al parecer serán cada vez más recurrentes en España y también en Europa.

En este aspecto, la Inteligencia Artificial emerge como primer recurso en la misión predictiva. Porque anticiparse a la magnitud del escenario, como hemos podido observar, puede marcar la diferencia a la hora de minimizar daños y evitar muertes. El potencial de procesamiento de grandes volúmenes de datos que tiene la IA se debe aprovechar para crear sistemas de alerta temprana, que a partir del cruce de diferentes parámetros permitan detectar en tiempo real patrones de conducta meteorológicos, hídricos y topográficos encaminados a derivar en una inundación.

En esta tarea ya trabajan con éxito algunas firmas como 7Analytics, empresa noruega que cuenta apenas con un lustro de vida y que ha logrado desarrollar un modelo de alta precisión para prever desbordamientos de agua y corrimientos de tierra con hasta cinco días de antelación. Su solución, basada en la simulación de escenarios con múltiples capas de análisis, se ha probado con éxito en diferentes lugares y ha acreditado su precisión hasta el punto de que países como Estados Unidos –referente mundial en IA– se ha interesado en introducirla para hacer frente a temporales.

Vemos también que gigantes como Google se encuentran inmersos en proyectos prometedores al respecto como su Flood Hub, centro de inundaciones en formato interactivo y accesible desde cualquier dispositivo para prevenir catástrofes fluviales. Aunque aún está en fase de optimización, tiene como respaldo el músculo tecnológico de la firma y la ventaja de combinar el enorme potencial de la IA con la solidez de los datos abiertos extraídos de organismos como el Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas o los satélites del programa Copernicus de la Agencia Espacial Europea.

No obstante, la tecnología ofrece posibilidades mucho más allá de la compleja labor de predicción. Pese a que los fenómenos más extremos puedan anticiparse, su balance de daños materiales resultará ineludible en muchos casos. Aquí también se pueden implementar acciones para que calles y pueblos ofrezcan una respuesta más resistente.

Una de las más valiosos tiene que ver con los llamados sistemas de drenaje inteligente, como los que ya usa el Canal de Isabel II de Madrid, que a través de un comportamiento similar al de la domótica –que se emplea en muchos hogares– automatizan acciones para que las infraestructuras de alcantarillado y desagüe no colapsen tan fácilmente. Se trata de sistemas equipados con sensores de medición que manejan en tiempo real los flujos de agua y detectan tapones. En función de lo que suceda, pueden activar mecanismos de bombeo o apertura de las estructuras de contención para facilitar el paso de una riada.

En todo caso, debemos tomar conciencia como país en torno a la problemática de las lluvias torrenciales y no tratar lo ocurrido en Valencia como un fenómeno aislado que sobreviene cada medio siglo. No olvidemos que las inundaciones representan hoy el desastre natural más mortífero del mundo, que afecta cada año a unos 250 millones de personas y que se ha cobrado más de tres millones de vidas en el planeta a lo largo del último siglo según estimaciones de la ONU.

Prepararnos en todos los frentes para responder al desafío, poniendo el foco de manera especial en los lugares más propensos a sufrir este tipo de fenómenos, es algo que no se debe postergar. Tenemos a nuestro alcance un amplio elenco de herramientas que pueden convertirse en armas eficaces contra las DANAs. Con un poco de voluntad integradora e inversión daremos pasos importantes para que la pesadilla vivida en lugares como Paiporta, Catarroja, Chiva o Letur no vuelva a asomarse a ningún rincón de España.