El trípode

Los tibios: Al gusto del «príncipe de este mundo»

La semiótica del lenguaje es precisamente la ciencia que estudia la comunicación humana según su uso, los signos y los sistemas de comunicación.

Para el sanchismo y sus terminales mediáticas, el centro derecha español, es la «derecha extrema», aunque sea un partido de especial relevancia en el Partido Popular Europeo, que por cierto es también el grupo mayoritario del Parlamento Europeo, lo que significa que para todos sus corifeos, los ciudadanos de la UE son mayoritariamente derechistas y extremistas. En cuanto a Vox, Sánchez ya los definió como la extrema derecha, denominación que comparte con la de «ultraderecha». Por el contrario, sus socios y aliados, no son ni radicales, ni extremistas, sino tan moderados y centrados como Podemos, ERC, EHBildu, BNG, Compromis, etc… que para él son sencillamente la «izquierda de la izquierda», o sea, simplemente «su izquierda». Él sabe muy bien que el lenguaje no es «neutral», lo mismo que los ideólogos del género, que promueven el lenguaje que denominan «inclusivo» para visibilizar sus innumerables géneros con la denominación «todes», enmendando a la RAE y no aceptando que el plural masculino pueda integrar a ambos sexos por considerar que es una convención propia de una sociedad heteropatriarcal. La semiótica del lenguaje es precisamente la ciencia que estudia la comunicación humana según su uso, los signos y los sistemas de comunicación. Resulta de especial interés tenerlo presente ante el uso que se hace del lenguaje en los medios según su línea editorial, y su afinidad ideológica. La voz «ultra» es sinónimo de radical, extremista e intolerante, con una acepción peyorativa y negativa, hasta ahora reservada en especial para los forofos del fútbol, considerados «hooligans» y exaltados. Los corifeos del sanchismo lo reservan para descalificar a quienes no comparten sus posiciones políticas, a las que se añaden ahora las religiosas. Con ocasión de la elección como presidenta de las Cortes Valencianas de la diputada de Vox Llanos Massó, la consigna mediática de los subvencionados y afines ha sido descalificarla por «ultra católica», «antiabortista» y «homófoba», que es un calificativo novedoso. Por cierto, sería oportuno que explicaran en que consiste eso de ser «ultra católico» para no ser reiterativos en la descalificación por defender la vida humana desde su concepción hasta la muerte natural. En una sociedad sometida a la dictadura de lo «políticamente correcto» el simple hecho de cuestionar algunos dogmas de esa nueva religión ya significa ser clasificado como «ultra». No creer en nada ni en nadie; no aceptar ninguna verdad como absoluta, parece ser la manera adecuada de ser un ciudadano «correcto». «Ni fríos ni calientes: tibieza total». Son los que quiere «el príncipe de este mundo» y los que serán «vomitados de la boca de Dios».