Historia

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1492 como conocimiento del mundo

La Razón
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Cualquier persona con inquietudes no necesita que le expliquen el significado del año 1492. ¿Cómo eje de separación entre «Antigüedad» y «Modernidad» en el campo del conocimiento geográfico del mundo? A esta pregunta hay que responder con otra, ¿cuál era el conocimiento del mundo como consecuencia de exploraciones en la «Antigüedad»? Porque 1492 separa la frontera apertura de la modernidad y, con ello, la extensión de tierras conocidas para los hombres de Occidente para los que las tierras conocidas eran: la región mediterránea, las costas de Europa occidental, las costas asiáticas desde Suez a Tonkin, las costas de África occidental y oriental hasta Sierra Leona y Puerto Delgado; Europa al sur del Rhin y Danubio, con parte de Germania y Rusia meridional; Asia Menor, países del Mar Caspio, el Irán y el sistema del Indo, la ruta de la seda, en China; el valle del Nilo hasta el Sobat, la ruta del oro y la malagueta; la costa de África hasta el lago Victoria y dos o tres pistas a través del Sahara. Se trata de un mundo trinitario: Europa, Asia, África, que en 1410 queda reflejado en la «Sphera dei Dati» en Florencia. Era el Ecumene o parte sólida de la tierra, rodeada del Océano, especie de Cosmos, inquietante y desconocido poblado de leyendas y monstruos. En la expansión de Roma queda reflejado por la onomástica: Finis Terrae. Y en el siglo XIII Marco Polo ponía en Cipango el fin del mundo.

El saber científico recoge la experiencia aportada por los exploradores de la Antigüedad: «diarios de a bordo» del fenicio Hannon (500 a. C.); el macedonio Nearco; en las conquistas de Alejandro (325 a. C.) o los Comentarios de Julio César (siglo I a. C.); otras informaciones provienen de manuales prácticos, instrucciones náuticas compuestas por navegantes griegos, por ejemplo el «Periplo» de Rufo Festo Avieno, la guía del Mediterráneo de Escylax (350 a. C.). La penetración de los tres continentes dio nacimiento a gran número de «Itinerarios»; por ejemplo el «Itinerarium Antonini» (200 d. C.), el «Itineraire de Jerusalem» (338) describe el camino desde Burdeos a Antioquía por Italia y Constantinopla. Hay también tratados de geografía, el más antiguo el de Hecateo de Mileto (525-500 a. C.), seguido de los de Eratóstenes, Hiparco, Marino de Tiro, Ptolomeo, que es el único llegado hasta hoy: sus «Ocho Libros de Geografía», de los cuales seis son listas de ciudades, cordilleras, ríos situados al Norte del Ecuador. En la época antigua estos temas quedaron reducidos a un círculo de eruditos. En el Medioevo interviene la fe, la religión, la Iglesia y el Papado, prevaleciendo el «Teismo» en la interpretación de las cuestiones. Los «antiguos» no llegaron a ninguna conclusión clara acerca de si la tierra era disco, esfera o pera; las ingenuas concepciones populares estaban en oposición con las de los sabios. Los cristianos se dejaban influir por las indicaciones bíblicas. Los defensores de la esfericidad fueron escarnecidos, en especial por la cuestión de los antípodas. En relación con el tamaño de la tierra en la Edad Media, se aceptaron los cálculos de los «antiguos»; se copiaron las dimensiones de Eratóstenes: 152.000 estadios, o las de Posidonio y Ptolomeo: 180.000.

Estos conocimientos influyeron en la época de los grandes descubrimientos, que puede considerarse un proceso que inicia su singladura en 1410. La traducción de Ptolomeo al latín fue un acontecimiento de enorme importancia, estudiado por todos los sabios del Renacimiento, dándole un valor dogmático, que se proyectó sobre los pilotos de las instituciones y fueron básicamente: la creencia de peligros tremendos en el Océano, por ejemplo mares petrificados en donde los navíos quedaban atrapados; la teoría de una tierra austral indefinidamente alargada por debajo del continente africano; las dimensiones del globo terráqueo y la existencia de un continente desconocido al oeste de Europa. Crates (siglo II d. C.) imaginó un océano meridional, dividiendo la tierra en cuatro islas habitables. La India no era un país desconocido y sus productos eran artículos codiciados por el comercio, lo cual fue un motor importante para la apertura de comunicaciones directas, que fueron interrumpidas por las potencias musulmanas, en especial Sultanes de Egipto, para aprovechar los beneficios. Lo más grave fue el cierre del camino de Alejandría y de las caravanas a China. Fue imprescindible buscar otros caminos, pues desde el siglo XIII los turcos cerraron las rutas de las caravanas: el paso del cabo Bojador y el largo plato por las Canarias, que en 1479, con la firma del Tratado de Alcaçovas, estableció la paz de Castilla y Portugal por la sucesión del reino de Castilla y la «demarcación» del Océano en la navegación de Portugal y Castilla.

* Catedrático de Historia de América. Universidad Francisco de Vitoria