Redes sociales

El patio de vecinos

Los periodistas también caemos muchas veces, sobre todo en los medios digitales, en lanzar las noticias sin contrastar

Que internet genera un exceso de información, nadie lo duda. Que recibimos mucha más información de la que somos capaces de asimilar es un hecho. Radio, televisión, prensa, medios de comunicación digitales, redes sociales... La avalancha de datos es constante y, sin embargo, ¿estamos mejor informados ahora que antes?

Me hago esta pregunta a cuenta del estado de salud de Teresa Romero, la auxiliar de enfermería infectada por el virus del ébola que lucha por superar la enfermedad. Hace unos días tomaba un café en un bar y el camarero, mientras me servía, exclamó: «Pobre chica, tanto luchar para nada». «¿Para nada?», contesté. «Si al final ha muerto igual», sentenció. Sorprendido, le respondí:«¿Cuándo ha muerto? Acabo de salir de casa y estaba viva». «Pues ahora. Eso me ha dicho un cliente que le habían dicho a él».

Enseguida me lancé a mi smartphone para consultar las ediciones digitales de los periódicos, ninguna de las cuales, gracias a Dios, daba la noticia. «Los periódicos no dicen nada», le comenté. Desconfiado, me miró primero a mí y luego al móvil y, no muy convencido, añadió: «No sé. Pues si a mí me lo ha dicho este cliente será por algo. Voy a mirar en la televisión de todos modos». Cambió de canal –tenía puesto uno musical– buscando la trágica noticia, sin que ninguna de las tertulias matutinas informara de la muerte de la auxiliar. «Pues igual no ha muerto», se limitó a decir. «Pues igual».

Y cuento esto porque era un bar repleto de clientes, cada uno de los cuales tenía su propio móvil, con su respectiva conexión a internet, y con la televisión encendida emitiendo vídeos musicales.

¿De verdad que a ninguno de los presentes se le ocurrió siquiera confirmar la noticia? ¿Cómo es posible que todos dieran por buena una información que alguien dijo que le habían dicho? De acuerdo que a mí quizás me pudiese la deformación profesional y el hecho incluso de que, de ser verdad, habría tenido que correr raudo a mi puesto de trabajo, pero, ¿tanta sociedad de la información, tanto internet, tanto ADSL, tanto Twitter y Facebook, tantos canales de radio y de televisión para que al final el relato que queda es el chismorreo que alguien cuenta?

Hay muchas teorías que tratan de explicar hechos como éste, una de las cuales los relaciona con la falta de tiempo de las personas para procesar toda la información que reciben. Así, según el estudio «Desinformación en Internet y hegemonía en redes sociales», del profesor Héctor Francisco Gómez, estamos ante una irónica tendencia según la cual el ciudadano, en lugar de aprovechar todos los datos que recibe para «yuxtaponer, comparar y contrastar, construyendo narrativas alternativas», tiende a una «reducción de la inclinación psicológica de dedicarse al análisis», lo cual abre las puertas cada vez más «a una cultura mediática de consumo masivo que tiende a facilitar la aceptación de contenidos ligeros y, en ocasiones, falsos o carentes de fundamentos».

Pero no toda la culpa es del exceso de información o de la falta de análisis crítico de las personas. Y es que los propios generadores de información, es decir, los periodistas también caemos muchas veces, sobre todo en los medios digitales, a lanzar las noticias sin contrastar. En la mayoría de los casos, se prefiere rectificar que no dar una noticia que los demás están dando. De modo que, ¿quién dice que quizás ese cliente que tan convencido estaba de que la pobre auxiliar de enfermería había muerto no lo había visto en algún medio de comunicación?