Historia
Fray Bernardino de Sahagún, O.F.M
Desde 1547 se ocupó de trabajos históricos, etnográficos y lingüísticos, destacando muy especialmente en la investigación histórica, en donde sobresalió de un modo notable
Fue un fraile franciscano, natural de Sahagún (León), nacido el año final del siglo XV, que estudió en la Universidad de Salamanca y, al profesar, cambió su apellido Ribeira por el de su villa natal. En 1529, cuando se afirmaba la gran empresa de Hernán Cortés, pasó a Nueva España con otros diecinueve frailes, bajo obediencia de fray Antonio de Ciudad Rodrigo. Aprendió con rapidez el idioma náhuatl, junto con fray Alonso de Molina. Residió tres años en el convento de Tlalmanalco, pasó al de Tlatelolco en 1536, donde profesó la cátedra de latín del Colegio de Santa Cruz. Fue guardián de los conventos de la Orden, definidor y visitador.
Desde 1547 se ocupó de trabajos históricos, etnográficos y lingüísticos, destacando muy especialmente en la investigación histórica, en donde sobresalió de un modo notable. El catedrático Claudio Esteva Fabregat lo sitúa en el origen del estudio científico y analítico de la Antropología Cultural, basándose en observaciones de campo sobre los grupos de indios conquistados que efectuaban en forma de «Relaciones» y a medida que se adentraban en comunidades y pueblos indígenas.
El provincial electo de los franciscanos, fray Francisco de Toral, le ordenó en 1557 que escribiese en náhuatl cuanto considerase útil para la doctrina, la cultura y el mantenimiento y desarrollo del cristianismo entre los naturales de Nueva España. Algún franciscano, probablemente fray Andrés de Olmos, publicó una breve «Historia de los mexicanos por sus pinturas», que se le recomendó como punto de partida para una nueva obra.
Fray Bernardino de Sahagún concibió una obra de mayor importancia. Pasó dos años en Tepeapulco, donde reunió a los principales del pueblo, les propuso lo que deseaba investigar y solicitó le pusiesen en comunicación con personas «hábiles y con experiencia con quienes pudiesen comunicarse y pedir información». Puesto en comunicación con una docena de ancianos y con cuatro «latinos», a quienes había enseñado la gramática él mismo en el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, mantuvo diálogos y conversaciones informativos durante dos años, siguiendo el índice de materias sobre las que pedía información de viva voz y por medio de pinturas, «que era la escritura usada antiguamente por los indios que entonces eran sus informantes». Concluida la información, pasó a Santiago de Tlatelolco durante dos años y dos o tres meses, y de allí a San Francisco de México, donde durante tres años repasó todos los escritos reunidos, los puso en orden, redactando definitivamente.
Concluida la última etapa del trabajo pidió al comisario fray Francisco de Ribera que fuese examinada su labor por tres o cuatro religiosos, los cuales la declararon de gran estimación. Por el voto de pobreza no estimaron oportuno el gasto de amanuenses. Él no podía escribirlo porque le temblaban las manos. Fray Jerónimo de Mendieta, otro ilustre franciscano, mantenía una excelente relación con el presidente del Consejo de Indias, licenciado Juan de Ovando, quien vio el sumario de la obra y pidió que se le enviase completa, encargando dictamen al P. Sequera, comisario general de los franciscanos, quien ordenó acabar de transcribir los libros.
Después de 1575, la obra de Sahagún, incluidos todos los originales y copias, fue ordenado recogerla y remitirla a España. Sahagún murió en 1590, a los noventa años de edad, en México capital.
La obra de Sahagún es, desde luego, histórica y especializada en línea lingüística y etnográfica: la «Historia General de las cosas de la Nueva España» está construida con el método más exigente que puede utilizar un etnógrafo o un lingüista moderno. A partir de un cuestionario se formulan todos los aspectos relativos a la cultura espiritual y material de un pueblo, perteneciente a una civilización. Ello como método científico. Al llevarla a efecto, esta admirable obra constó de cuatro capítulos: Dioses, Cielo e Infierno, Señorío y Cosas humanas. Cada uno de cuyos capítulos se convirtieron en cuatro libros.
Esta formidable investigación «es la primera percepción del Otro, gracias a los frailes de élite, los funcionarios de la Corona y los cronistas en su misión fundamental de incorporar al indio en el proceso de percepción del Evangelio», anticipándose al método científico de la Antropología Cultural, la ciencia que alcanza su máximo con las investigaciones de cuando Levy-Strauss etnólogo y antropólogo francés, inventor del método estructural y la Antropología Cultural.
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