Al portador

El triunfo de Sánchez y Puigdemont

«Haya o no investidura, que es lo más probable, los líderes del PSOE y Junts ganan y alcanzan parte de sus objetivos»

John Maynard Keynes (1883-1946), referente de recurso para legiones de izquierdistas que no lo han leído, ignaras también de sus teorías, pensaba que «cuando se espera que el resultado final sea un compromiso, a menudo es prudente empezar desde una posición extrema». No consta, pero es posible que el prófugo de Waterloo sí haya leído al economista británico. Desde luego, aplica su consejo. Carles Puigdemont sigue el manual de negociador más radical, consciente de que además tiene «la influencia necesaria para obligar a la negociación», como explicaba el sociólogo americano Saul Alinsky (1909-1972) en su «Tratado para radicales», santo y seña de la izquierda USA y que señalaba a Lucifer como «el primer revolucionario» de todos los tiempos.

Puigdemont disfruta su momento mientras Sánchez, para quien pasado mañana es largo plazo, se aferra al «cholismo» del día a día, que espera estirar otros cuatro años. Los dos se ven triunfadores y no les faltan motivos. El líder «indepe», entre cuyos objetivos está hundir a Junqueras y a ERC, gana en casi todos los escenarios. Lo hace si Sánchez facilita la amnistía, algo que parece descontado –¿y quizá negociado y pactado en la trastienda, con o sin Yolanda Díaz de mensajera–, pero también saldría airoso si el presidente en funciones se planta. Junqueras quedaría como el tipo que se benefició de un indulto a cambio de nada y él se convertiría en «mártir» del procés, y eso daría réditos a su tropa en las próximas elecciones catalanas, que son las únicas que le importan. Presumiría del uso del catalán en el Congreso y seguiría con su matraca desde Waterloo. Sánchez también juega y gana en casi todos desenlaces. Otro asunto, que a él no le importa, es quiénes pierden y, por supuesto, lo que piensen y digan Felipe González, Alfonso Guerra o Nicolás Redondo –que culpan de todo al PSOE actual– le resbala. Si las huestes de Puigdemont le invisten, cree que tiene cuerda para rato, día a día. Si no lo hacen y hay repetición electoral, esgrimirá que se ha plantado ante los «indepes» y ante Vox y esperaría –y no es descartable– mejorar sus resultados en las urnas el 14 de enero. Sí, parece inevitable, es el triunfo de Sánchez y Puigdemont, más allá de que ahora negocien «desde una posición extrema» como decía Keynes.