Aunque moleste

Vendiendo humos

Sánchez juega a engordar a Vox para seguir en la Moncloa

En su afán por hacer olvidar las juergas de José Luis Ábalos, los prostíbulos de su suegro, las chistorras de Koldo, el juicio a su fiscal general y los nepotismos de su familia, nuestro timonel se quiere ahora colgar la medalla del cambio horario, algo que la Unión Europea ya decidió hace tiempo pero que él pretende presentar como si fuese suyo.

Pues no, es tema viejo, resuelto a favor de no cambiar la hora, por mucho que se trate de un asunto polémico, pues no tiene sentido que amanezca en Mallorca a las cuatro de la madrugada en verano, o en Galicia a las 10 de la mañana en invierno. Da igual, lo que quiere nuestro Pedro es que hablemos de cualquier cosa, menos de lo que le duele, tapando también de paso la investigación de la Caja B del PSOE y la metedura de pata con los autónomos.

Sánchez es listo, sí, pero Donald Trump le tiene tomada la medida, y no hay ya acto público importante en el que el de la Casa Blanca no se acuerde de él. Quiso destacar como el gallito de la izquierda contra Trump, y el gringo le ha tomado totalmente la palabra. De manera que va a ser complicado que el Gobierno logre zafarse de subir el gasto militar, por mucha afición al funambulismo que tenga nuestro presidente.

Sánchez se ha especializado en vender humo, y a ello se dedica con ahínco ya sea con Franco o Israel, con el aborto o el cambio horario. Ahora está entregado a la estrategia de engordar a Vox para perjudicar al Partido Popular y excitar de paso el voto del miedo. Vox y el PSOE llevan tiempo haciéndole la pinza a Feijóo, de la que se benefician ambos, por mucho que eso perjudique a España. Dicen los viperinos que la alianza comenzó en los tiempos de Iván, aprovechando la magnífica relación del jefe de gabinete sanchista con Abascal, urdida gracias a la amistad que ambos forjaron cuando aquél trabajaba para Basagoiti. Pierde el PP y ganan tanto Vox como Sánchez. De ahí el empecinamiento de Santi en demonizar más al gallego que al inquilino de Moncloa.

La estrategia de Pedro e clara: conseguir que los ultras superen a los populares como principal fuerza de la derecha, para que el gobierno entre ambos sea imposible. Pensar que Feijóo daría sus votos haciendo presidente a Abascal es mucho pensar, y sabe el de Ferraz que llegado el caso podría soñar con seguir ocupando la poltrona.

De ahí el empeño tezano por dar cada vez mejores expectativas electorales a Vox, y también por colocar al sanchismo como referencia única del voto en la izquierda. Sumar, de hecho, ya está semi-liquidada como opción electoral, y Podemos no volverá a ser nunca lo que fue en los primeros tiempos de Pablo Iglesias.

Entre humo y humo, con las operaciones en marcha para descabezar a la UCO y controlar a los jueces, creen los estrategas pedristas que hay vida más allá de la próxima cita electoral, si logra aglutinar el grueso del voto zurdo y que Vox supere al PP, en sintonía con lo que sucede en Europa. Sabe que solo desde el poder puede aspirar a superar los procedimientos judiciales en curso, aunque sea con la ayuda in extremis del TC de Pumpido.