Opinión

Un voto europeo para renacer

Este domingo no hay que decidir si va a ser presidente del Gobierno Alberto Núñez Feijóo o si lo va a seguir siendo Pedro Sánchez, hay que decidir qué va a ser de nosotros

Este domingo no hay elecciones generales, ni autonómicas ni municipales, Hay elecciones europeas. Este domingo no hay que decidir si va a ser presidente del Gobierno Alberto Núñez Feijóo o si lo va a seguir siendo Pedro Sánchez. Hay que decidir qué va a ser de nosotros en nuestro ámbito político, económico y de seguridad, que es Europa; en nuestras fronteras, en nuestro comercio: Decidir qué va a pasar con nuestros intereses, los de los trabajadores y los empresarios, los de los jóvenes que se quieren emancipar, los de los agricultores y ganaderos que tienen que competir en igualdad de condiciones, los intereses de todos aquellos que pueden ver su vida transformada por los fondos europeos, los de las personas con dependencia. Los intereses de los ciudadanos.

Ni las máquinas de fango, tan socorridas –y que se fijan solo en el fango ajeno, nunca en el propio— ni las corruptelas, ni las cartas de recomendación ni las cortinas de humo tienen que confundirnos el domingo. Esto no va de ellos. No aguantamos más polarización, más propaganda barata, más partidismo, más bloques enfrentados. Esto va de la Europa que queremos, y de lo que queremos que España haga en Europa.

El voto a Ciudadanos el próximo domingo no es un voto fácil. No les voy a engañar, ni me voy a engañar. Con el viento de cola es sencillo navegar; nosotros estamos ahora con el viento de cara: intentando seguir en Europa, donde hemos hecho un enorme trabajo –muy ampliamente reconocido-- en la legislatura del Parlamento Europeo que ahora termina. Por eso yo veo este voto difícil, exigente, como un nuevo comienzo; como el renacer de un proyecto político que España y Europa necesitan. Un proyecto moderado de progreso en el que los intereses de los ciudadanos estén por encima de los intereses de los partidos. Un proyecto que luche por la igualdad sin renunciar nunca a la libertad.

Me dirijo por esa razón a los millones de personas –liberales, demócratas, europeístas-- que un día confiaron en Ciudadanos para pedirles una nueva oportunidad: la de renacer. La de que Europa sea el marco de relanzamiento de esta herramienta política que ayude a superar los bloques y el bloqueo, que combata los dogmas y los bulos, que rechace el cinismo y el conformismo.

A todos aquellos que se me acercan y me dan una palmada de ánimo y me dicen, ay, qué lástima, si siguierais, con la falta que hacéis ahora, les digo: Ciudadanos sigue. Aquí estamos, en las elecciones europeas. Pero dependemos de que transforméis esas decenas de miles de palmadas en votos; de que creáis que el espíritu que animó a Ciudadanos es más necesario que nunca para combatir el partidismo de choque que nos asfixia; de que nos ayudéis a reabrir el espacio de centro moderado en una España polarizada y una Europa indecisa y amenazada por las fuerzas crecientes de los populismos reaccionarios y extremistas de izquierda y derecha.

Frente a esas fuerzas, y frente a los que quieren convertir estas elecciones en una extensión de sus broncas nacionales y no dejan de recrearse en el fango del que tanto abominan, porque la polarización es la gasolina que les alimenta, necesitamos votar pensando en lo que nos importa.

En lo que nos importa de nuestra seguridad, que pasa por contemplar la invasión de Ucrania como un reto en el que se juega el futuro de Europa, y que nos exige invertir en la industria de defensa, porque sin seguridad no hay libertad. En lo que nos importa de nuestro músculo económico y del esfuerzo de reindustrializar Europa y ganar la batalla de la competitividad en la que ahora mismo nos dejan atrás EE UU y China. En lo que nos importa de nuestra agricultura, para que las gentes del campo compitan en igualdad con las importaciones agrarias y alimentarias, y de nuestra sostenibilidad medioambiental. También de la sostenibilidad económica y social, piedras de toque del edificio europeo.

Y de este edificio nos importan los principios y los valores. Del torbellino de política de bajo vuelo que nos inunda en España no se desprende ningún aprecio por la separación de poderes, la libertad, la igualdad. La antítesis de los valores europeos es amnistiar a unos golpistas a cambio de siete votos, es reunirse con presuntos delincuentes en Bruselas. Lo contrario de los principios de la Unión es atacar a jueces y magistrados, amenazar a periodistas y medios, enfrentar a media sociedad contra la otra media. También por todo esto eso pedimos el respaldo: para seguir defendiendo en Europa, como lo hemos hecho a capa y espada estos años, el Estado de derecho, la independencia del poder judicial, la libertad de expresión, la igualdad de los ciudadanos frente a los nacionalismos obligatorios.

Esos son los principios y valores con los que nació Ciudadanos. Los mismos con los que ahora tiene una oportunidad de renacer. Qué mejor momento que en unas elecciones europeas de verdad.

Jordi Cañas, eurodiputado, es candidato de Ciudadanos en las elecciones al Parlamento Europeo del próximo domingo