Y volvieron cantando

Votos bajo las piedras

La hoja de ruta está –a pesar de los indicativos silencios de Sánchez– mucho más marcada de lo que se pueda imaginar

Han pasado ya unas cuantas semanas desde las elecciones generales y todavía no le hemos escuchado ni una sola vez al jefe del Gobierno en funciones pronunciar la palabra mágica «amnistía». Hemos contemplado incluso a su vicepresidenta y gran socia para hilvanar una nueva legislatura Yolanda Díaz viajando a Bruselas para negociar con Puigdemont el «sí» a la investidura de Sánchez y escuchamos o leemos día sí día también a toda una legión de analistas políticos, periodistas y juristas afines allanando el camino hacia el trágala de dar carta de normalidad a la amnistía y a otras exigencias del soberanismo… pero en boca del actual presidente en funciones, ni una palabra. Son otros los que van realizando el incómodo trabajo de desbrozar el camino, unos como la líder de Sumar porque su supervivencia política pasa inexcusablemente por repetir en el Consejo de Ministros y otros desde el bloque «Frankenstein» porque saben que están consiguiendo –y lo que queda– para sus intereses soberanistas mucho más en dos meses que en los últimos cuarenta años.

Aun así, desde el propio PSOE se ha venido lanzando a los medios de comunicación la especie de que esto no está ni mucho menos hecho, en línea con las afirmaciones de dirigentes del PNV, de Esquerra republicana o del propio entorno de Puigdemot. Incluso ha habido más de un analista de la derecha ingenua que ha pretendido interpretar en estos movimientos la más que certera posibilidad de una repetición electoral. Nada más lejos de la realidad. La hoja de ruta está –a pesar de los indicativos silencios de Sánchez– mucho más marcada de lo que se pueda imaginar. Ahora lo que toca es enfriar las cosas hasta que se cumpla la primera fase que pasa por la investidura fallida de Núñez Feijóo de hecho, ni siquiera se está dando una contestación argumentada ante las andanadas de la llamada vieja guardia socialista escandalizada con razón ante lo que se pretende perpetrar. El Rubicón será la votación que envíe definitivamente al líder del PP a la jefatura de la oposición, sin despegar el rabillo del ojo de movimientos internos en su partido y a continuación ya se irán sirviendo los platos de lo que ahora se cocina con toda cautela en los sótanos no expuestos a la luz del ojo periodístico. Da igual el precio, pero –palabras de Sánchez– buscar votos bajo las piedras.