
Canela fina
A vueltas con María Jesús Montero
«La reacción que se ha producido contra María Jesús Montero resulta a muchos claramente desproporcionada»
No hay que perder la objetividad. María Jesús Montero suele hablar como una chica de preuniversitario, con la misma vehemencia e idéntica gesticulación. Pero lo que expresa habitualmente resulta razonable desde su punto de vista. Ella es una sanchista sin fisuras. Suele argumentar, con notable eficacia dialéctica, sobre lo que beneficia a Pedro Sánchez. Y es necesario respetar el derecho que tiene cada persona a pensar como le plazca.
María Jesús Montero acierta casi siempre desde su posición ideológica. A veces se equivoca como nos equivocamos todos. El problema no es que discrepe de un juez en un asunto especialmente vidrioso y complejo. Personalmente tiene todo el derecho a hacerlo. El problema es que ocupa la vicepresidencia del Gobierno y seguramente la posición razonable que debió adoptar en el asunto que la zarandea es el silencio. Está claro que, desde el punto de vista feminista, María Jesús Montero habrá encontrado muchos apoyos a su posición, pero políticamente no parece razonable confrontar al poder ejecutivo con el legislativo.
La reacción no se hizo esperar. La mayor parte de las asociaciones de jueces y fiscales, tanto a derecha como a izquierda, rechazaron con rotundidad las palabras de la vicepresidenta del Gobierno extendiendo un malestar que se habrá ya generalizado.
La independencia del poder judicial es uno de los cimientos sobre el que se alza el entero edificio de la democracia pluralista plena. Tal vez San Agustín exageró cuando escribió en La ciudad de Dios. «Sin la justicia, ¿qué son los reinos sino una partida de salteadores?». Por supuesto, hay que esforzarse para garantizar, a través de estudios exigentes, que los jueces estén bien formados. Y que sean independientes.
Aunque en España existan algunas juezas, algunos jueces, claramente politizados y sectarios, el conjunto de nuestra Justicia es excelente y contribuye al eficaz funcionamiento del Estado de Derecho. Virgilio rechazaba ab uno disce omnes, que por uno se rechace a todos los demás. María Jesús Montero, en fin, se ha equivocado, pero tal vez parezca a muchos desproporcionada la reacción que se ha producido.
Luis María Anson de la Real Academia Española
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