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El trípode del jueves

Yolanda Díaz: «La amenaza para Europa es el clima»

Una mínima ética pública hubiese significado una crisis de gobierno dado que Sánchez se ha comprometido formalmente en la UE y la OTAN a ese incremento, por lo que es evidente que hasta él va a tener que cumplirlo

Tras el canciller alemán socialdemócrata Scholz, que disolvió el Bundestag y convocó elecciones anticipadas –y que las perdió, tenemos ahora otro ejemplo en Portugal. El primer ministro Luis Montenegro, del conservador PSD, acuciado por una polémica sobre su eventual responsabilidad política derivada de un entramado empresarial familiar, promovió una cuestión de confianza en la Asamblea Nacional de la que ha salido derrotado, por lo que debe abandonar el gobierno. El contraste de ambas situaciones con la que protagoniza Sánchez resulta demoledor, estando rodeado de investigaciones judiciales por presunta corrupción de su esposa, su hermano, su mano derecha en «su» partido y Gobierno, y «su» fiscal general. De sus progresistas socios y aliados no cabe esperar reacción alguna, ni siquiera ante una cuestión de tanta importancia como es el gasto en Defensa, ante el que su presunto «antimilitarismo» no les lleva siquiera a plantearse dejar el Gobierno. Su progresista y aliado Puigdemont ya le planteó sucesivos ultimátums con una cuestión de confianza, aplazada varias veces como muestra del valor de su palabra, similar a la de Sánchez. Pero prevalece su interés y dependencia mutua, ya que espera que su amnistía incluya la malversación de la mano maestra de Pumpido en el TC. Y que, por supuesto, mientras tanto, pueda seguir desguazando al «opresor» Estado español a plazos, como viene haciendo para pagar el alquiler al actual inquilino residente en La Moncloa. El encuentro de anteayer del presidente con su vicepresidenta comunista –no se olvide su apologético prólogo al Manifiesto comunista de 1848 editado por el PCE en 2021 para conmemorar el centenario de su fundación– dejó una imagen y un histórico titular: «Sumar no apoyará más gasto militar: la amenaza es el cambio climático». Una mínima ética pública hubiese significado una crisis de gobierno dado que Sánchez se ha comprometido formalmente en la UE y la OTAN a ese incremento, por lo que es evidente que hasta él va a tener que cumplirlo. Pero sus «progresistas» socios de Gobierno sin duda consideran que «fuera hace mucho frío» y jamás podían haber soñado estar colocados en sus actuales destinos ministeriales, y siendo militantes de una ideología condenada por el Parlamento Europeo, por sus crímenes, junto al nazismo. Así que «la amenaza de Europa es el clima» y, para destinar más dinero a combatirlo, hoy todos los grupos –salvo el 3º del Congreso– se reúnen con Sánchez.