
País Vasco
Una joven vasca se extraña al no poder usar esta expresión: “En nuestra cabeza lo entiende todo el mundo”
Esta creadora de contenido ha despertado la simpatía de miles de usuarios al compartir en redes sociales su desconcierto al descubrir que palabras del euskera que usa a diario no se entienden fuera del País Vasco

Para muchas personas que se trasladan a otra comunidad autónoma, uno de los primeros choques no es el clima, ni la comida, ni siquiera las costumbres. Es el lenguaje. No necesariamente el idioma oficial, sino las palabras cotidianas que parecen formar parte del día a día y que, de pronto, no significan nada fuera de su contexto.
Es lo que le ha ocurrido a Maddi Beraza, una joven vasca que vive en Madrid desde hace un tiempo y que recientemente compartió en redes sociales un vídeo que ha alcanzado gran repercusión. En él, enumera una serie de palabras que usa desde siempre, convencida de que todo el mundo las entendería. Pero no. Resulta que algunas expresiones del día a día en el País Vasco suenan completamente ajenas en otras regiones.
Lo interesante del vídeo, más allá de su tono espontáneo y humorístico, es el modo en que evidencia una realidad habitual: la riqueza y particularidad de las lenguas cooficiales en España, y cómo a menudo se cuelan en la conversación sin que uno se dé cuenta.
La expresión que fuera del País Vasco no se entiende
La escena es muy simple: Maddi cuenta que en época de exámenes suele decir a sus amigas “vamos a la...” y ahí lanza una palabra que, en el País Vasco, no necesita aclaración. Pero al usarla en Madrid, la reacción que recibe es de incomprensión total. “¿Qué has dicho?”, le preguntan.
La palabra en cuestión es 'liburutegia', que en euskera significa “biblioteca”. Para ella es natural, automática. Incluso, explica, entre amigos tienden a acortarla con afecto y complicidad: “Vamos a la libu”. Una forma coloquial que no necesita más contexto en su entorno original, pero que en la capital española la deja, literalmente, fuera de juego.
“No la decimos porque suena mejor, es que creemos que la entiende todo el mundo”, dice en el vídeo con media sonrisa. Y ahí se produce la sorpresa: descubrir que algo tan básico como “liburutegia” no tiene sentido para alguien que no ha crecido escuchando euskera en casa, en la escuela o en la calle.
Palabras que no se traducen del todo
No es la única. En el mismo vídeo Maddi repasa otras expresiones que usa con naturalidad y que generan perplejidad fuera del País Vasco. Es el caso de 'gaupasa', que suele traducirse como “trasnochar”, pero que, según explica, “no se siente igual”. “Gaupasa es cuando te quedas despierto toda la noche, sobre todo por fiesta o por exámenes, pero tiene otra energía. No es sólo no dormir”.
También menciona 'borragoma', que es como siempre ha llamado a la goma de borrar. “En Madrid me miraban raro cuando la pedía”, reconoce. Y es que, aunque en algunas zonas esa palabra también se usa, su distribución geográfica es desigual.
Otra de las palabras que más reacciones ha generado es 'xirimiri', una llovizna fina y persistente muy típica del norte. Aunque existe en el diccionario de la RAE, no es habitual en muchas zonas de España, aunque en muchas sí que es común y se entiende, pese a no estar en el País Vasco. Más común resultan otros términos como “chispea”, “llovizna” o incluso “calabobos”, un término que a Maddi le resulta bastante menos elegante.
También aparecen en su repertorio otras palabras como garatu (desarrollar), que usó durante un trabajo en grupo, o bidegorri, que en castellano sería “carril bici” pero que, según Maddi, tiene “una sonoridad y sentido más bonito”, ya que significa literalmente “camino rojo”.
Una conversación más amplia
El vídeo ha despertado comentarios de personas de muchas otras comunidades. Gallegos, catalanes, andaluces o aragoneses relatan experiencias similares al usar palabras de su zona que no encuentran eco fuera de ella. El fenómeno no es nuevo, pero sí cada vez más visible gracias a las redes sociales.
Aunque el tono del vídeo es ligero, la situación que describe Maddi refleja algo habitual para quienes viven entre lenguas o dialectos distintos: el momento en que descubres que tu forma de hablar no es tan universal como pensabas.
Y aunque puede parecer trivial, esa pequeña sorpresa genera conversación, identificación y también cierto orgullo por una forma de hablar que, aunque no sea comprendida en todas partes, sigue siendo válida, lógica y, en algunos casos, más precisa.
¿Tiene solución? No, ni tiene por qué tenerla. Como ella misma admite, no va a dejar de decir “liburutegia”, aunque tenga que explicarlo cada vez. En palabras así, está la riqueza lingüística en España. No siempre se eligen por su eficacia comunicativa, sino porque simplemente son las que llevas toda la vida usando.
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