País Vasco

Una pareja abandona San Sebastián a los diez días tras haber alquilado un mes: “Tres o cinco días fueron suficientes”

Una visita perfecta dejó de serlo cuando la masificación, la oferta reducida y la falta de novedad hicieron que la ilusión se agotara antes de lo esperado

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Una pareja abandona San Sebastián a los diez días tras haber alquilado un mes: “Tres o cinco días fueron suficientes”Turismo Euskadi

Cuando piensas en San Sebastián imaginas playas hermosas, gastronomía de primera, paseos tranquilitos y esa mezcla de mar y cultura que tanto enamora. Para muchos, y para los turistas que protagonizan esta historia, la ciudad vasca sonaba a refugio ideal para huir del bullicio de urbes como Londres o París. Pero la realidad vivida les demostró que, en temporada alta, incluso los lugares exquisitos pueden sentirse sobrecargados.

Una pareja decidió alquilar un apartamento durante un mes al lado de La Concha, con la esperanza de saborear la calma, el paisaje y la comida vasca en su plenitud. La ubicación, decían, no podía ser mejor: casco antiguo a mano, bares de pintxos por doquier y el mar prácticamente debajo de la ventana. Todo parecía indicar unas vacaciones lentas, llenas de atardeceres frente al mar y paseos por el monte.

Pero a los pocos días fueron conscientes de que aquello no sería tan pausado. Las playas estaban llenas, los restaurantes abarrotados y las colas interminables se convirtieron en algo habitual. Intentar subir al Monte Igueldo o entrar en una iglesia se convirtió en una odisea: no tanto por la distancia, sino por la espera. Lo que empezó como una escapada relajada se tornó en búsqueda apresurada de huecos libres para aparcar, de momentos sin agobio, de algo distinto.

Donostia saturada: el encanto que abruma

Según datos recientes, San Sebastián registró este verano récords de movilidad urbana: más de 5,8 millones de viajes en transporte público durante julio y agosto. Esa cifra representa un crecimiento significativo respecto al año anterior.

A ello se suma que muchos servicios turísticos, culturales y gastronómicos no están preparados para soportar tal presión continua. Aunque la ciudad mantiene intacta su belleza: la Concha, el monte, la Parte Vieja… la avalancha de visitantes transforma lo esperable en lo agotador. Lo que en fotos parece postal se vuelve fila, espera, falta de espacio libre, agotamiento, repetición de menú.

La pareja lo vivió así. Facetas que les atraían, como los pintxos o las playas, sucumbieron al “más de lo mismo”. También sintieron que la oferta alimentaria no respondía bien a su estilo de vida: siendo veganos, lo que encontraron fue limitado e incluso monótono. No se trata solo de que el turismo los encerrara; de que las expectativas no se ajustaran al presente.

Esto no es un caso aislado ni anecdótico. Las estadísticas lo corroboran. El Observatorio Turístico de Euskadi indica que, durante el primer semestre de 2025, el turismo internacional creció más que el nacional, lo que añade presión adicional en los meses cálidos.

Por otro lado, autoridades locales reconocen que ya hay signos de saturación: partidos como EH Bildu han alertado de que la ciudad ha alcanzado un "límite turístico" durante ciertos meses y se plantean medidas para controlar la capacidad de carga ciudadana. También se debate una tasa turística para 2026 precisamente para gestionar mejor los flujos, mejorar la calidad de vida de residentes y asegurar que la experiencia no degrade ni para visitantes ni para quienes viven en Donostia todo el año.

Al cabo de diez días la pareja decidió marcharse. No fue algo planeado, pero sintió que aquello ya lo habían visto todo: los iconos, los paisajes, los bares de pintxos. Esa urgencia por explorar terminó siendo algo agotador en vez de placentero.

San Sebastián: bellísima pero exigente

San Sebastián, con su icónica bahía de La Concha, su elegancia arquitectónica y su magnetismo gastronómico, es sin duda una de las ciudades más especiales del norte de España. Su tamaño compacto permite recorrerla sin prisas, descubrir rincones escondidos y disfrutar de planes que van mucho más allá de los grandes reclamos turísticos. Desde una caminata hasta el Peine del Viento al atardecer, pasando por el mercado de La Bretxa o los parques de Miramar y Cristina Enea, la ciudad ofrece experiencias que invitan a detenerse, observar y dejarse llevar por un ritmo distinto.

Ahora bien, como cualquier destino de gran atractivo, elegir la temporada adecuada marca la diferencia. Durante el verano y las semanas de eventos internacionales, San Sebastián se transforma: las playas se llenan hasta el último hueco, los bares de pintxos funcionan con colas interminables y acceder a espacios culturales o naturales se convierte en un desafío. En esos momentos la ciudad no se disfruta en su plenitud, porque la masificación roba parte de la calma y autenticidad que la caracterizan.

Por eso, si se planifica bien, Donostia puede disfrutarse durante varios días, incluso más allá de una escapada de fin de semana. El otoño y la primavera ofrecen un clima suave, calles más tranquilas y la posibilidad de explorar sin prisas. La experiencia gastronómica se vuelve más cercana, las visitas a museos o al Kursaal resultan más cómodas y las excursiones a Monte Igueldo, Urgull o los pueblos costeros cercanos se viven con más serenidad.