
País Vasco
El vino vasco que triunfa en Estados Unidos: “el 50% de nuestra producción la vendemos en ese país”
La bodega Uriondo, en el corazón de Vizcaya, ha convertido su pequeño viñedo en un fenómeno en el mercado estadounidense, donde el txakoli vasco despierta un creciente entusiasmo

A las afueras de Zaratamo, un pequeño municipio vizcaíno rodeado de montes y bruma atlántica, se produce uno de los vinos que más sorprenden al otro lado del océano. La bodega Uriondo, regentada por Isabel Viñals, se ha abierto un hueco en el exigente mercado estadounidense gracias a su 'txakoli' artesanal, un vino blanco con alma atlántica que combina tradición vasca y modernidad enológica.
“La primera vez que unos importadores americanos visitaron nuestra bodega, me preguntaron cómo era posible hacer un vino tan rico en un espacio tan pequeño”, recuerda Isabel al medio Deia con una sonrisa. Aquella sorpresa se transformó en una relación comercial sólida que ha llevado a esta pequeña productora a exportar la mitad de su producción anual a Estados Unidos. “Es un país donde el txakoli gusta mucho. Lo prueban y alucinan”, afirma.
Un viñedo pequeño con vocación global
Isabel Viñals lleva casi tres décadas dedicada a la viticultura. Su entrada en el mundo del txakoli fue casi casual, cuando aún estudiaba en Donostia y conoció a su marido, Roberto. Desde entonces, su vida ha girado en torno a las vides que cultiva en apenas dos hectáreas, donde crecen cuatro variedades: hondarrabi zuri, hondarrabi zuri zerratia, mune mahatsa (también conocida como folle blanche en Francia, donde se emplea para elaborar coñac) y sauvignon blanc, conocida localmente como txori mahatsa por la rapidez con la que atrae a los pájaros antes de ser cosechada.
Con estas variedades, elaboran distintos tipos de txakoli blanco, desde el joven, fresco y ácido, hasta un txakoli de crianza más complejo, fermentado durante 8 o 9 meses en barricas de roble americano y afinado en botella durante más de un año. “Nos dimos cuenta de que el txakoli no muere en diciembre”, dice Isabel, rompiendo con la creencia de que este vino sólo se consume en los meses posteriores a la vendimia.
La evolución del txakoli en las últimas décadas ha sido notable, gracias en gran parte a la investigación y a la aplicación de nuevas tecnologías en la vinificación. “Hoy elaboramos en depósitos de acero inoxidable que facilitan enormemente la limpieza. Además, tenemos equipos específicos para mantener las barricas en condiciones óptimas”, explica Viñals.
El conocimiento actual sobre levaduras, bacterias y procesos de fermentación ha elevado la calidad del txakoliy permitido que bodegas como Uriondo compitan en mercados internacionales. Pertenecer a la denominación de origen Bizkaiko Txakolina les ha permitido ganar visibilidad y prestigio, posicionando al txakoli como un vino con identidad y potencial global. “Tenemos un nombre propio que compartimos con Guipúzcoa y Álava. Y creo que debemos ir de la mano defendiendo el txakoli porque es bueno para todos”, defiende la productora.

Un 2024 complicado, pero con la mirada puesta en 2025
La cosecha de 2024 no fue fácil. Las condiciones meteorológicas, con temperaturas nocturnas elevadas y humedad constante, favorecieron la aparición de hongos, una amenaza constante en la viticultura atlántica. Aunque el daño fue moderado, a pocos días de iniciar la vendimia un grupo de jabalíes irrumpió en la finca y arrasó con 2.000 kilos de uva. “Fue un golpe duro, pero no bajamos los brazos”, relata Isabel.
Pese a los contratiempos, la bodega Uriondo ya piensa en 2025 con optimismo. La esperanza de una cosecha generosa y saludable se mantiene intacta, y los planes para seguir consolidando su presencia en Estados Unidos siguen en marcha. Porque si algo ha demostrado este pequeño rincón de Vizcaya es que, cuando se trabaja con pasión, hasta un vino local puede conquistar el paladar más exigente del mundo.
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