Doctrina Parot
El caso del «loco del chándal»: 2.000 kilómetros para matar a una mujer
Manuel González ha vuelto a la cárcel acusado de incendiar la casa de dos mujeres, las hermanas del alcalde de su pueblo. «No he hecho nada», dice
Manuel González ha vuelto a la cárcel acusado de incendiar la casa de dos mujeres, las hermanas del alcalde de su pueblo. «No he hecho nada», dice.
Manuel González, alias el loco del chándal, entró en prisión en 1993 condenado a 169 años de cárcel por violar e intentar matar a varias mujeres. Allí debería haber permanecido casi hasta su muerte, pero las autoridades tuvieron que dejarle salir a finales de 2013 al derogar la conocida «Doctrina Parot». No ha aguantado las reglas de la convivencia más de tres años. El 4 de julio pasado una juez lo mandó de regreso a la celda por intentar asesinar a dos mujeres prendiendo fuego a sus casas. «Quiero salir de la cárcel, soy inocente. No puede haber pruebas contra mi, porque no he hecho nada», le dijo a su abogada, que así lo plasma en un reciente recurso de petición de libertad. LA RAZÓN ha tenido acceso al sumario y las pruebas que constan en su contra. Son abrumadoras.
La casa de Lucía Anastasia Vidal echó a arder de madrugada el 14 de mayo de 2016. Se hicieron unas pocas gestiones y el caso quedó archivado porque no se localizó al autor. Casi un año después, a la 1:45, del 11 al 12 de marzo de 2017, las llamas comenzaron a devorar la casa de María Dolores Vidal, hermana de la anterior. «La víctima quedó atrapada en el interior del domicilio, siendo la puerta derribada por unos vecinos, que sacaron del interior a su moradora de 63 años. El fuego fue extinguido por los propios vecinos. Por estos hechos, la víctima está recibiendo tratamiento médico y psicológico», apunta la Guardia Civil en uno de sus informes. Las llamas fueron provocadas «por algún tipo de acelerante, gasolina por los indicios encontrados, en la puerta de acceso y en las ventanas de la vivienda». Se trata del mismo modus operandi que en el primero de los incendios. Ahí arranca una compleja investigación que arroja las siguientes pruebas contra el loco del chándal:
La gasolina: El día del segundo incendio, no había amanecido cuando la Guardia Civil encuentra abierta la puerta trasera de la casa que el detenido tiene en Almadén. Los agentes vieron un bidón que desprendía un fuerte olor a gasolina. También hallaron tres botes de spray que coincidían con unas pintadas que alguien había hecho semanas antes en las casas de la familia Vidal.
La coartada: Los agentes llaman al móvil del loco del chándal para preguntarle dónde se encontraba en el momento del incendio. Coge el teléfono su madre y le defiende: «Es imposible que haya sido mi hijo. Durmió anoche en casa de su hermano José en Martorell, Barcelona». José ratificó la versión. Sin embargo, cuando se le preguntó al loco del chándal dónde había dormido la noche del 12 de marzo respondió: «En Torelles de Llobregat». «Fui a visitar a eso de las tres de la tarde a mi amigo Cabana que vive en Sant Boi de Llobregat. No me habría dado tiempo a llegar desde Almadén, en Sevilla, hasta Sant Boi en tan poco tiempo». Los agentes hablaron con el tal Cabana para contrastar la versión. «¿A las tres dicen? Ni mucho menos. Vino a visitarme a eso de las seis de la tarde». «Espera», interrumpió la conversación la mujer de Cabana, «el loco y su hermano regresaron a mi casa cinco días después, el día 17 de marzo. Mi marido no estaba. Me pidieron que si la Guardia Civil preguntaba dijera que en vez de las seis de la tarde habían venido a visitarnos sobre las tres. Fue extraño». El coche: El loco del chándal sabía que, si tenía el móvil encendido, eso delataría su presencia en Almadén la madrugada del segundo incendio. Lo tuvo apagado casi durante cuatro días. Con lo que no contaba es que los investigadores también buscasen el rastro de su coche circulando por las carreteras. Las cámaras detectan su Citroën el día 11 en Guillena, Sevilla, al mediodía. El fuego se produjo a la 1:45 de esa madrugada y a las 6:24 minutos su vehículo es fotografiado en dirección Barcelona a la altura de Madrid, en la A-2. Justo el tiempo que se tarda desde Almadén si huyes tras el incendio. Así lo corrobora un informe que consta en los autos: «Los datos concluyen que recorrió más de dos mil kilómetros en dos días para cometer los hechos, viajando a Barcelona después de prender fuego a la casa».
Una nueva coartada: El loco se sintió acorralado y trató de generar una nueva coartada. «Os llamará un amigo. La madrugada del incendio estuve en su casa en una fiesta barbacoa», les aseguró. Una hora después los agentes recibieron la anunciada llamada: «Hola, me llamo Daniel Sánchez. El loco estuvo conmigo desde las ocho de la tarde del día 11 de marzo hasta las nueve de la mañana del 12. Lo juro. Vino con su hermano José. Hicimos una barbacoa. Vivo en Sant Vicent dels Horts». Los investigadores, muy finos, preguntaron: «¿Sabes cómo fueron los hermanos hasta su casa?». «Claro, les vi llegar en el Coche del loco».
Los agentes sabían que el teléfono del sospechoso estaba apagado, pero cotejaron la nueva versión con el móvil del hermano y sorpresa: mentía. El aparato situaba a José muy lejos de Sant Vicent, en Castelbisbal y Martorell. Otra falsedad.
El loco odia a José Luis Vidal, hermano de las dos mujeres a las que presuntamente les incendió las casas. Cuando fue alcalde, José Luis recogió el malestar del vecindario y pidió que al ser liberado en 2013 de prisión, el ex presidiario no regresase a Almadén. Los vecinos tenían miedo. Al loco le sentaron mal esas palabras y le pegó una paliza en dos ocasiones. Puede ser condenado a dos años de prisión.
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