Coronavirus

La Iglesia de la transición: prioridad para funerales y misa con mascarilla

En sus protocolos, los obispos extremarán la higiene en cada rito. Durante las bodas solo los novios tocarán las arras y los anillos, y en los bautizos el agua no se reutilizará

Los católicos españoles ya saben cómo serán las misas de la desescalada. La Conferencia Episcopal Española dio a conocer ayer el protocolo de actuación para cada una de las fases estipuladas por el Gobierno haciendo suyas las limitaciones de aforo y con medidas higiénicas y de distanciamiento para cada uno de los gestos de las celebraciones, tanto de las misas como de bodas, bautizos, confesiones…

Entre las medidas de prevención, el protocolo episcopal recomienda que los fieles usen mascarilla «con carácter general», pide a los párrocos que ofrezcan gel hidroalcohólico a la entrada y salida del templo, higiene de manos para los curas durante el canon de la misa, que no haya saludo en la paz, se eliminarán el coro y el agua bendita en las pilas, no se pasará el cepillo en el ofertorio y se suprime el diálogo «El Cuerpo de Cristo. Amén» al comulgar, sustituyéndose por una fórmula colectiva previa.

Seguimiento por la televisión

Conscientes de que la pandemia se ha cebado con los ancianos, los obispos no solo prorrogan la dispensa dominical para todos los cristianos en esta transición, sino que invita a todo colectivo de riesgo –mayores y ancianos– a que sigan las celebraciones desde la televisión. «Seguimos haciendo un llamamiento a la prudencia porque, si por una parte deseamos celebrar la eucaristía, como buenos católicos y ciudadanos queremos evitar contagiar y ser contagiados», alerta el secretario general y portavoz del Episcopado, Luis Argüello. El cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, va más allá en su carta pastoral al asegurar que el derecho a ir a misa «no puede atentar contra la vida de nadie».

Por ello, la Comisión Ejecutiva de la CEE ha elaborado unas pautas para retomar las celebraciones en los templos teniendo en cuenta medidas organizativas, higiénicas y sanitarias «que puedan asegurar en la medida de lo posible no contagiar ni ser contagiados». Entre las anunciadas se encuentran asistir a misa con mascarilla, celebrar más eucaristías en horas punta, distribuir la Comunión en silencio, no pasar el cepillo para donativos por los bancos y ofrecer desinfectante para manos a la entrada y salida del templo.

El secretario general de la CEE, que también es obispo auxiliar de Valladolid, precisa que las iglesias no han estado cerradas en este tiempo de confinamiento pero han acogido a «un muy reducido número de fieles», teniendo que celebrar la misa en muchos casos los sacerdotes solos. Por ello, aunque con «prudencia», los obispos consideran «importante» poder volver a celebrar la misa.

Argüello afirma que de la eucaristía «brota el amor tan necesario en este tiempo» y «la caridad», así como «la esperanza», necesaria «ahora que se experimenta la fragilidad y el miedo a la muerte». Además, destaca que cuando se reza el Padre Nuestro en la misa se convoca a los católicos a «un ejercicio de fraternidad», al que el secretario general de la CEE también llama a los partidos políticos, las administraciones y los empresarios para que sean capaces de llegar a «una verdadera alianza, un pacto, para reconstruir el tejido económico, social y el sentido mismo de la existencia».

En este sentido, Luis Argüello ha asegurado que junto al Papa Francisco, los obispos españoles quieren «impulsar un plan para resucitar» y ha asegurado sus oraciones para que los científicos e investigadores encuentren una vacuna frente al coronavirus.

Tal y como adelantó LA RAZÓN, los obispos han seguido el modelo alemán a la hora de elaborar estas instrucciones. Pero en algunos casos difiere. Por ejemplo, el sistema germano solicitaba marcar puertas de entrada y salida y la distancia en los bancos y señalar el sentido de los pasillos para comulgar. En España se opta por dejar las puertas abiertas para que nadie toque los pomos y se reclaman voluntarios para acomodar a la gente y así garantizar el distanciamiento social. Además, se recomienda aumentar el número de misas dominicales para evitar aglomeraciones y se insta a que los sacerdotes mayores se abstengan de dar la Comunión.

Prioridad a los funerales

En los demás sacramentos, se extreman las precauciones en todos los ritos. Eso sí, establecen como necesidad prioritaria atender los funerales por los fallecidos durante la pandemia de coronavirus para acompañar de inmediato a las familias. Por otro lado, en las bodas, solo los novios manipularán los anillos y las arras, y se pide «debida prudencia» en la entrega de la documentación y la firma de los contrayentes y los testigos.

En el caso de los bautizos, «hágase desde un recipiente que no retorne el agua utilizada». Y en las confesiones, se exige mascarilla para confesor y fiel en un espacio amplio con «distancia social asegurando la confidencialidad». Para la unción de los enfermos, se tendrá que usar un bastoncillo desechable para untar el aceite en lugar de los dedos. Incluso se apunta que las visitas turísticas se prohibirán durante las fases 1 y 2 de la desescalada.

Aunque estas medidas se pondrán en marcha el 11 de mayo, los obispos confían en que estos días se puedan ir adaptando las parroquias para que el domingo 17 tenga lugar una puesta de largo sin incidencias. Junto a estas cuestiones prácticas, los obispos también han elaborado una nota en la que se comprometen a promover «la reconstrucción de la vida social y económica» siguiendo el llamado «plan para resucitar» que el Papa Francisco dio a conocer hace unas semanas en la revista española «Vida Nueva».

En esta misma línea, se comprometen a redoblar los esfuerzos tanto de Cáritas como de las demás entidades eclesiales ante la actual «crisis económica y social» y reclaman a los poderes públicos «acuerdo y colaboración en favor del bien común».

¿Comulgar en la boca o en la mano?

No es un tema baladí. Sin embargo, en las pautas marcadas por la Conferencia Episcopal, se elude entrar en este debate que ya se generó cuando se pusieron en marcha las medidas de la cuarentena. Es más, lo deja en la decisión que adopte cada obispo en su territorio. Según ha podido confirmar este diario, algunas diócesis delegarán a su vez en los párrocos.

En otros casos, ya hay prelados que al redactar su protocolo local obligarán a dar la Comunión en la mano. «Todos los sacerdotes sabemos que al darla en la boca, algo de saliva de la persona siempre se queda en tu mano. Eso va directamente a la patena y de ahí al siguiente feligrés. No podemos arriesgarnos ni lo más mínimo», alerta uno de estos prelados a LA RAZÓN.