Religión

Vacaciones papales

En julio, el pontifice no sale de su residencia de Santa Marta

Mientras la mayoría de los mortales sigue barajando estos días las ventajas del mar o la montaña, Francisco ha comenzado sus vacaciones en su casa de Santa Marta. Desde siempre Jorge Mario Bergoglio ha renunciado al concepto tradicional de veranear y durante todo julio no sale para nada de su residencia.

Lo único que varía en su ritmo de vida es concederse mas espacios de descanso: algo más de tiempo para dormir, escuchar música, recibir visitas de amigos, leer, intensificar sus llamadas de teléfono o pasear. Durante todo el mes se suspenden las audiencias generales de los miércoles, se reducen a lo indispensable los encuentros con sus colaboradores y, salvo casos excepcionales, no recibe visitas oficiales. La única cita que se mantiene es el rezo de la oración mariana del Ángelus los domingos.

Que nadie piense que es un mes de total ociosidad –palabra que Francisco conoce pero no practica– porque durante estos treinta días el Santo Padre reflexiona y madura sus próximas decisiones, sus planes de reforma de la Curia y de la administración financiera de la Santa Sede, algunos nombramientos de especial importancia. Estoy seguro de que va a dedicar algunas horas de «discernimiento» al Sínodo de la Iglesia alemana, cuyos planteamientos le suscitan no poca preocupación.

También se prepara para próximos viajes: Eslovaquia y Budapest a principios de septiembre para clausurar el Congreso Eucarístico Internacional y en noviembre Glasgow, donde es esperado para participar en el COP 26 organizado por la ONU para abordar la crisis del cambio climático. Sólo el primero está confirmado oficialmente; el segundo es considerado como muy probable. Y no faltan rumores que aseguran que también podría visitar Malta.