La sucesión de Benedicto XVI
A medida del nuevo Papa
Los costureros y unas religiosas harán los últimos arreglos cuando sea elegido, minutos antes de que salga al balcón de la plaza de San Pedro
Los costureros y unas religiosas harán los últimos arreglos cuando sea elegido, minutos antes de que salga al balcón de la plaza de San Pedro
Mientras los cardenales comienzan a entenderse y a analizar la situación de la Iglesia, la vida alrededor de Roma prosigue. Y hasta que la fecha del cónclave se fije, las personas ajenas al Vaticano pero que trabajan allí esperan con impaciencia y previsión la elección. Los más afectados, al margen de la industria del «souvenir», los sastres que elaboran los atuendos de cardenales, obispos y del Santo Padre, que van probando varios modelos para tener el traje papal listo para cuando, de la Capilla Sixtina, salga humo blanco.
Entre restaurantes turísticos y tiendas de recuerdos, el taller de Raniero Mancinelli pasa desapercibido, aunque los entendidos lo conocen. A su tienda no le faltan clientes, pero desde que Benedicto XVI anunciara su decisión, el trabajo se ha multiplicado. Las sotanas, lo más solicitado, no bajan de 300 euros. Sin embargo, uno de sus clientes más fieles ha dejado de serlo. «El Papa me lleva encargando las casullas y sus solideos desde que habita en las estancias vaticanas», explica mientras saca la tela con la que prepara la ropa del Santo Padre. «Siempre ha sido muy amable conmigo y espero que el próximo sea igual de bueno», añade sonriente.
Lorenzo Gammarelli es el que más aparece en los medios. Es el «sastre oficial». Su taller es un negocio histórico de la ciudad. Su trabajo para la Santa Sede no sólo le ha convertido casi en un funcionario, también le ha dado buena fama. Por eso, abuelo, padre y nieto Gammarelli pueden dedicarse a la confección. Les llueven encargos de todo el mundo. Hoy, entre entrevista y entrevista, terminan de ultimar los tres posibles trajes para el cardenal que se convertirá en Sumo Pontífice. «Son tres trajes de lana blanca y una capa de terciopelo rojo que el Santo Padre, recién elegido, se pondrá cuando salga al balcón para bendecir a la multitud», explica Lorenzo Gammarelli a Ap. Son tres trajes de tallas diferentes para que se puedan ajustar al purpurado escogido. En el Vaticano, un grupo de sastres estarán preparados para ajustar la sotana y la capa al escogido. Alto, bajo, regordete o delgado... Los Gammarelli prevén todas las posibilidades. Y, de ser necesario, un equipo de religiosas harán los arreglos pertinentes antes de que el nuevo Pontífice se estrene en el balcón. Se dice que a Pío XII las tres le quedaban largas, mientras que a Juan XXIII le resultaban estrechas. También hay a mano un barbero por si necesita un afeitado.
Pero la indumentaria del Papa no es sólo la sotana, también es muy importante la mitra, sobre todo a la hora del nombramiento. Un sastre colombiano, Luis Abel Delgado, anunció que le han encargado la confección de tres mitras de diferentes medidas, así como de ajuares para que se puedan ajustar al próximo Papa. «Me las han pedido para hombres altos» y de origen europeo, dijo. De los zapatos que portará el nuevo Papa, poco se sabe, aunque los Gammarelli tienen unos preparados. Seguro que los fabricados en Guanajuato, México, y que tanto le han gustado a Benedicto XVI, serían una buena opción.
«Hace dos años que le hacía la casulla más pequeña»
El Papa aseguró que renunciaba a guiar la barca de Pedro por no tener fuerzas. Su deterioro de los últimos años lo confirma incluso su sastre: «Siempre ha usado la misma talla, pero hace dos años que la casulla se la hago más pequeña. Está mayor y ha encogido, tiene menos espalda», asegura Raniero Mancinelli, el sastre que ha colaborado con el Pontífice desde 2005. «Ha envejecido muy rápido y ya no está tan ágil», añade.
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