Papa
El obispo de Ávila, al Papa: "La invitación ha estado permanente y sigue abierta"
José María Gil Tamayo, ex secretario de la Conferencia Episcopal, cree que la respuesta de Francisco sobre su viaje a España fue "una salida de las suyas"
José María Gil Tamayo, ex secretario de la Conferencia Episcopal, cree que la respuesta de Francisco sobre su viaje a España "fue una salida de las suyas"
Hubo un tiempo en que los Pontífices no salían del Vaticano. Desde 1870, con la caída de los Estados Pontificios, el encierro voluntario de los máximos dirigentes del catolicismo se forjó en tradición. Pero hubo un Papa que decidió romper con ella. Fue Pablo VI, en su empeño por abrir la Iglesia al mundo. En 1964 decidió salir al exterior y durante su papado visitó los cinco continentes, con especial cariño por Asia.
Juan Pablo II recogió el testigo y se lo tomó tan en serio que fue apodado "El Papa viajero". Realizó 104 viajes pastorales fuera de Italia y colocó a España como prioritaria en su agenda. Era el primero que nos visitaba. Durante su pontificado, lo hizo hasta en cinco ocasiones y, después, Benedicto XVI decidió mantenerlo como destino prioritario. Vino tres veces, empeñado en recuperar el que antaño fue un bastión católico. Por eso, en 2011, eligió a Madrid como sede de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), unos de los actos más multitudinarios de la Iglesia. Pero con la llegada de Francisco al Vaticano se rompió con esta dinámida. El llamado "Papa de las periferias"tiene preferencia por los países con problemas que puede ayudar a resolver, como Cuba, Bolivia y Bosnia.
No obstante, llama la atención que habiendo visitado ya países de nuestro entorno, Bergoglio no quiera pisar suelo español. Se ha pasado por Francia y Portugal (de hecho, su capital, Lisboa, se ha elegido como destino para la próxima JMJ) y, próximamente, lo hará por Marruecos. Pero España no entra todavía en sus previsiones. El domingo, en su viaje a Emiratos Árabes (el 27º de su pontificado), comentó entre risas que para que eso sea factible "primero tienen que ponerse de acuerdo ustedes". No aclaró bien a quién se refería. Si a la Conferencia Episcopal, al Gobierno, o a ambos.
Si hubo una ocasión propicia fue en 2015 con ocasión del Quinto Centenario de la Muerte de Santa Teresa, una figura de vital importancia en el catolicismo. A este aniversario, considerado por el Gobierno como "proyecto de Estado", fue invitado formalmente Francisco por la Administración y el obispado de Ávila. Por aquel entonces, se trabajó mucho para traerle y que presidiera el acto de clausura del centenario. Pero nada sirvió. "El ofrecimiento ha estado siempre permanente", afirma a este respecto el ex secretario y portavoz de la Conferencia Episcopal, José María Gil Tamayo, ahora obispo de Ávila. En declaraciones a LA RAZÓN, detalla que una semana después de su ordenación viajó al Vaticano junto al alcalde abulense José Luis Rivas para entregar al Papa una memoria del Año Jubilar Teresiano. Fue entonces cuando Gil Tamayo volvió a insistirle: "Le dije, Santo Padre, la invitación sigue abierta, y se rió". Sobre las últimas palabras Bergoglio al respecto, Gil Tamayo se muestra prudente: "No tengo ni idea de lo que ha querido decir. Quizá fuera una salida de las suyas".
Para Fernando Prado, autor de "La fuerza de la vocación", un libro entrevista con el Papa Francisco, "se está buscando tres pies al gato a esta declaración". Cree que le pasa con España lo mismo que con Argentina, su tierra natal, donde tampoco tiene previsto ir: "En ambos países la sociedad está muy polarizada". Prado, considera que puede referirse a que existe una falta de acuerdo entre Iglesia y Estado, a lo que se suma que las relaciones entre ambas instituciones no están en su mejor momento. "Tal vez, es que no hay una claridad en la invitación y ésta tiene que contar con el apoyo de los dos estamentos". Hay que tener en cuenta, además, la polémica abierta con la exhumación de Franco del Valle de los Caídos. "Quizá una visita ahora podría malinterpretarse", opina el que es también director de Publicaciones Claretianas. En su última conversación con Francisco, detalla que no trató este tema, si bien asegura que "está muy bien informado de lo que ocurre en España, de la situación política-social, de los nacionalismos... y, ahora mismo, nuestro país no es una preocupación especial para él teniendo en cuenta lo que está sucediendo en Venezuela o Filipinas".
Sobre las hipótesis que circulan sobre la negativa de Francisco a visitar a España, aclara que en la Conferencia Episcopal no hay una división manifiesta en torno a su figura: "Los obispos están muy de acuerdo en lo fundamental. Aunque haya medios que se empeñen en decir lo contrario, no hay ninguno contrario a él, aunque sí hay resistencias como en todas las instituciones". Sobre las voces críticas con la Iglesia española por paralizar las reformas, explica que estos cambios "son un elefante muy pesado. Se están acogiendo, pero con lentitud".
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