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El Papa: «Duele ver a un cura con un coche último modelo»

Francisco se dirigió ayer a 6.000 seminaristas y novicias reunidos en El Vaticano, a los que les pidió que fueran coherentes con el voto de pobreza
Francisco se dirigió ayer a 6.000 seminaristas y novicias reunidos en El Vaticano, a los que les pidió que fueran coherentes con el voto de pobrezalarazon

Francisco pide a los seminaristas y a las novicias que vivan con pobreza, coherencia y alegría: «Un religioso no puede tener cara de guindilla en vinagreta»

Un arpegio de guitarra. «Si nada es imposible para ti», susurra la hermana Glenda al micrófono. Ella, que es una de las cantautoras católicas de referencia, ejerció de «telonera» a la llegada del Santo Padre al encuentro que mantuvo con los más de 6.000 seminaristas y novicias jóvenes en formación llegados de 96 países del mundo y que ayer llegaron al Vaticano con motivo del Año de la Fe.

Y Francisco les recibió como Papa. Pero también como ese formador de jesuitas que sabe de primera mano cómo respiran aquellos que deciden entregarse a Dios y a la Iglesia. «Es la respuesta a una llamada de amor, siento algo que me inquieta y respondo "sí"», apuntó. Aunque en algún momento echó mano del discurso que traía de Santa Marta, su diálogo con la nueva generación de religiosos jóvenes fue espontáneo, arrancando ovaciones y risas. Pero también logrando un silencio para interiorizar. «Todos somos víctimas de la cultura de lo provisional», repitió en varias ocasiones para recordarles que esta lógica «peligrosa», que lleva a situaciones, según Francisco, del tipo «Voy a ser monja hasta que dure, no sé cómo terminará la historia». Por ello, invitó a los presentes a enraizar su vocación en valores firmes como la autenticidad, la coherencia y la fraternidad. «Los curas y las monjas tenemos que ser coherentes con la pobreza. Cuando vemos que el interés de una institución educativa o de una parroquia es el dinero, estamos ante una gran incoherencia», denunció, para hacer una nueva llamada a vivir en la pobreza. «Me duele cuando veo a una monja o a un cura con un coche último modelo», apuntó, consciente de que un coche es necesario: «Es mejor uno humilde. Si os viene la tentación de un buen coche, pensad en los niños que mueren de hambre».

No dudó en abordar las crisis que pueden surgir también en la vida consagrada. «Cuando un cura o una monja está triste, a menudo se piensa que es un problema psicológico. Puede ocurrir en algún caso. Sin embargo, la mayoría de las veces es un problema de insatisfacción», señaló el Obispo de Roma como síntoma de no vivir en plenitud la castidad. En ese momento, Francisco miró a una religiosa anciana con dificultades de movilidad que situó en primera fila después de ver, a su llegada, que se sentía algo agobiada por la vitalidad mostrada por los jóvenes que querían tocarle. «Aun en esta situación de dificultad, estaba sofocada, pero su rostro era de felicidad», comentó, poniéndola como ejemplo de «tanta vida» entregada en el seno de la Iglesia con alegría. Por eso, recordó a los peregrinos que «un religioso no puede tener cara de guindilla en vinagreta».

De la misma manera quiso referirse a la beata Teresa de Calcuta, para pedirles a los jóvenes en formación que intensificaran su vida de oración. «Pasaba dos horas al día delante del Señor», recordó, para subrayar la importancia de ligar la contemplación a la acción pastoral. «Rezad el rosario, por favor, no lo soltéis», llegó a decir con esa espontaneidad que le define.