Papel
En la playa de Teresa
«Oye, abre tus ojos, mira hacia arriba, disfruta las cosas buenas que tiene la vida...». La voz de Chayanne se cuela en el lienzo norte de la muralla de Ávila. Cerca de 6.000 adolescentes y jóvenes se mueven al unísono en un «flashmob» que suena verano de 2015, pero que en los gestos sabe a mirada al cielo. El empeño de Francisco para que los cristianos salgan de la sacristía, no vivan ajenos a la realidad en la que se mueven y dialoguen con ella se palpa en el Encuentro Europeo de Jóvenes que hoy culmina. Un cambio de registro, de lenguaje, de planteamiento de las actividades de la Iglesia española orientadas a conectar con la generación Instagram.
«No somos peatones de nubes», me cuenta Ricardo Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal, en el convento de los dominicos, donde llega después de desayunar con un grupo de chicos en una terraza. Como uno más. Oliendo a ovejas, esas que llevan varios días durmiendo en la cancha de un polideportivo y duchándose a una temperatura para pocas bromas.
Música, arte y juegos se entrelazan con oraciones, vigilias y eucaristías sin que los chavales perciban que ser católicos los convierte en bichos raros o los hace llevar una doble vida sin integrar su ser y hacer. De un vistazo, lo mismo te los topas en un concierto con Pablo López y el padre Damián –el sacerdote que concursó en «La Voz»– que en una tirolina que juega a ser un salto de fe o haciendo cola para confesarse en unas jaimas «chill out» a los pies de la fortaleza que rodea la ciudad.
Y qué mejor que acometer esta conquista al estilo Francisco de los nativos digitales echando mano de la mujer que revolucionó a la Iglesia del siglo XVI, a la emprendedora que quiso que unos y otros fueran «amigos fuertes de Dios».
«Aquí no hay playa, como decía la canción, pero nosotros os proponemos otra playa espiritual, la de Teresa de Jesús», aseguraba en la apertura de las jornadas Xavier Novell, el obispo responsable de juventud en Conferencia Episcopal.
Lo cierto es que no deja de descolocar el simple hecho de que miles de jóvenes hayan decidido cambiar en pleno agosto Gandía, Benicàssim o Conil por rezar, por compartir, por replantearse el sentido de su vida. Aquí sí hay playa. Y juventud. La de Teresa. La del Papa. La de Jesús.
José Beltrán, director de Vida Nueva
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