El pontificado de Francisco

Las 12 virtudes que debe tener la curia, según Francisco

En su cita anual con los empleados vaticanos advierte que la «reforma de la Iglesia continuará»

El Santo Padre bendijo a uno de los hijos de los trabajadores de la Santa Sede, antes de reunirse con la curia romana
El Santo Padre bendijo a uno de los hijos de los trabajadores de la Santa Sede, antes de reunirse con la curia romanalarazon

En su cita anual con los empleados vaticanos advierte que la «reforma de la Iglesia continuará»

A pesar de llevar unos días «bajo la influencia de la gripe» –como él mismo reveló–, el Papa no quiso faltar a la tradicional cita anual con los miembros más destacados de la curia romana. Un encuentro que el año pasado tuvo una enorme repercusión puesto que en él Francisco enumeró las 15 enfermedades que la aquejan. En esta ocasión, bajo el acróstico «Misericordia,» ofreció las virtudes que deberían poseer. Al recibir a los trabajadores ,y en clara alusión al nuevo «Vatileaks», Bergoglio pidió perdón por los escándalos del Vaticano e invitó a rezar por los implicados. También les insistió en que «la reforma continuará con determinación».

Misionariedad y Pastoralidad

De la primera Francisco dijo que es signo de una curia «fértil y fecunda» así como «la prueba de la eficacia, la eficiencia y la autenticidad». Por eso invitó a que todo cristiano anuncie la Buena Noticia con su vida, con su trabajo y con su testimonio. Sobre la «pastoralidad» dijo que es una virtud indispensable de los sacerdotes para seguir al Buen Pastor.

Idoneidad y sagacidad

Requiere esfuerzo personal para obtener los requisitos necesarios y ejercitar mejor las tareas y actividades. Va contra «las recomendaciones y los sobornos». La sagacidad es la rapidez de mente para comprender y afrontar las situaciones «con sabiduría y creatividad».

Espiritualidad y humanidad

Según el Papa, la primera es «la columna que sujeta cualquier servicio en la Iglesia». Es, por tanto, «aquello que alimenta todo lo que hacemos, lo apoya y lo protege de la fragilidad humana y de las tentaciones cotidianas». La humanidad es aquello «que encarna la veracidad de nuestra fe» y quien renuncia a ella «renuncia a todo».

Ejemplaridad y fidelidad

La primera virtud sirve «para evitar los escándalos que hieren las almas y amenazan la credibilidad de nuestro testimonio». La segunda hace referencia «a nuestra consagración, a nuestra vocación».

Racionalidad y amabilidad

Francisco afirmó que ser racional evita «los excesos emocionales» y la amabilidad, «los excesos de la burocracia y de las programaciones y planificaciones». En definitiva, se trata de «dotes necesarias para el equilibrio de la personalidad».

Inocuidad y determinación

La primera «nos hace cautos en el juicio, capaces de abstenernos de acciones impulsivas y apresuradas». Pero también es la capacidad de «sacar lo mejor de nosotros mismos, de los demás y de las situaciones actuando con atención y comprensión». La determinación es «actuar con voluntad decidida y con obediencia a Dios».

Caridad y verdad

Según el Papa son dos virtudes «indisolubles». «La caridad sin verdad se convierte en ideología del “buenismo” destructivo y la verdad sin caridad se transforma en “juiciarismo”».

Honestidad y madurez

La primera es rectitud, coherencia y «hacer las cosas con sinceridad absoluta con nosotros mismos y con Dios». La madurez es «buscar lograr armonía entre nuestras capacidades físicas, psíquicas y espirituales», así como «el éxito de un proceso de desarrollo que no termina nunca».

Respeto y humildad

El respeto es «la dote de las almas nobles y delicadas» y «de las personas que buscan siempre tener una justa consideración de los demás». La humildad es la virtud de los santos «y de las personas llenas de Dios, que cuanto más crecen en importancia más crecen en la conciencia de no ser nada y no poder hacer nada sin la gracia de Dios».

Abundancia y atención

Francisco habló de la primera como la consecuencia para el alma de tener fidelidad en Dios, lo que lleva a ser «más abiertos en dar, sabiendo que cuanto más se da más se recibe». La atención consiste en «cuidar los detalles y ofrecer lo mejor de nosotros y no bajar nunca la guardia sobre nuestros vicios».

Ausencia de miedo y prontitud

Ser impávido es «no dejarse asustar frente a las dificultades» y «actuar con audacia y sin tibieza». El que pone en práctica la prontitud sabe actuar «con libertad y agilidad sin apegarse a las cosas materiales, que terminan por pasar».

Fiabilidad y sobriedad

Confiable es la persona que «sabe mantener los compromisos con seriedad cuando es observado pero sobre todo cuando está solo» e «irradia a su alrededor un sentido de la tranquilidad porque no traiciona nunca la confianza». Respecto a la sobriedad es «la capacidad de renunciar a lo superficial».