
Santoral
¿Qué santo se celebra hoy, 24 de noviembre? Todo lo que debes saber del santoral de hoy
Hoy se conmemora a Santa Flora y Santa María de Córdoba, decapitadas por su fe cristiana en tiempos de dominio musulmán

El santoral, también conocido como calendario litúrgico, es un libro religioso que contiene la lista de los santos reconocidos por la Iglesia Católica y que se celebra cada día del año. Más allá de una simple lista de nombres, el santoral representa un viaje fascinante a través de la fe, la historia y la cultura cristiana.
¿Qué santos se celebran hoy, lunes 24 de noviembre?
- San Agustín Schoeffler: Sacerdote francés de las Misiones Extranjeras de París, decapitado en Tonkín (Vietnam) en 1851 por predicar el Evangelio.
- San Alberto de Lovaina: Obispo de Lieja en el siglo XII, asesinado en Reims por defender la libertad de la Iglesia frente a intereses políticos.
- San Alejandro, mártir: Cristiano de los primeros siglos que sufrió la muerte en tiempos de persecución romana por mantenerse firme en la fe.
- Santos Andrés Dung-Lac y compañeros: Conjunto de 117 mártires de Vietnam (obispos, sacerdotes y laicos) ejecutados entre los siglos XVIII y XIX por odio a la fe.
- San Colmano de Uama: Obispo irlandés del siglo VII en Cluain Uama, recordado por su vida de oración y servicio pastoral.
- San Crescenciano, mártir: Diácono romano o cristiano de la Antigüedad, decapitado por anunciar el Evangelio durante una persecución.
- San Crisógono de Aquileya: Mártir del siglo IV en Aquileya (Italia), venerado también en Roma e incluido en el Canon romano.
- Santa Firmina de Amelia: Virgen y mártir de Amelia, en Umbría, ejecutada hacia el año 303 por permanecer fiel a Cristo.
- San Porciano (Porciano de Auvernia): Antiguo esclavo que encontró refugio en un monasterio de Auvernia, donde llegó a ser abad conocido por su gran austeridad.
- San Protasio de Milán: Obispo de Milán en el siglo IV, defensor de san Atanasio y de la doctrina católica contra el arrianismo.
- San Romano de Blaye: Presbítero galo-romano, discípulo de san Martín de Tours y evangelizador de la región de Burdeos (Aquitania).
- San José Tuan, sacerdote: Sacerdote dominico vietnamita, detenido mientras administraba los sacramentos a su madre enferma y degollado en An Bái bajo el emperador Tu Duc.
- San José Nguyên Van Luu: Agricultor y catequista de Vietnam que se entregó voluntariamente en lugar de un sacerdote buscado y murió en la cárcel como mártir.
- San Juan Luis Bonnard: Sacerdote francés de las Misiones Extranjeras, decapitado cerca de Nam Dinh (Vietnam) tras ser condenado por bautizar a 25 niños.
- San Lucas Vu Ba Loan: Presbítero vietnamita de edad avanzada, decapitado en Hanoi en 1840 durante la persecución del emperador Minh Mang.
- Beato Bálsamo de Cava: Abad del monasterio benedictino de Cava, en Campania, que lo gobernó con gran sabiduría y prudencia en el siglo XIII.
- Beata Inés Tsao Kui: Cristiana china nacida en 1607, martirizada en Guangzhou en 1630 por permanecer fiel a la fe católica.
- Beata María Ana Sala: Religiosa italiana de las Hermanas de Santa Marcelina, maestra en Milán totalmente entregada a la formación cristiana de las niñas.
- Beata Niceta de santa Prudencia Plaja Xifra y compañeras: Religiosas Carmelitas de la Caridad fusiladas en 1936 en el Picadero de Paterna (Valencia) durante la Guerra Civil española.
Santa Flora y Santa María de Córdoba: Vida y Pontificado
Flora y María fueron dos jóvenes cristianas que vivieron en la Córdoba del siglo IX, cuando la ciudad estaba bajo dominio musulmán. Flora era hija de padre musulmán y madre cristiana; al ser educada en la fe de su madre, la ley islámica la consideraba apóstata. Su propio hermano la denunció, fue azotada ante el cadí y, tras un tiempo de huida y vida escondida entre cristianos, decidió volver a Córdoba dispuesta a confesar abiertamente a Cristo.
María, por su parte, era de familia cristiana y vivía como religiosa en el monasterio de Cuteclara; la muerte martirial de su hermano Walabonso encendió en ella el deseo de entregarse totalmente a Dios. Las dos se encontraron en la iglesia de San Acisclo, compartieron su decisión de dar la vida por la fe y, juntas, se presentaron ante el juez musulmán para proclamar su fe cristiana y rechazar el islam, sabiendo que eso casi les aseguraba la condena.
Canonización y Legado
Su canonización no fue fruto de un proceso moderno, sino del reconocimiento espontáneo de la Iglesia de su tiempo. San Eulogio de Córdoba, que las conoció y las acompañó espiritualmente en la cárcel, relató su historia en obras como el Memoriale Sanctorum y el Documentum Martyriale, y gracias a esos textos su memoria se difundió rápidamente. Muy pronto entraron en los martirologios medievales y el Martirologio Romano, que las presenta como vírgenes y mártires de Córdoba.
La Iglesia las celebra el 24 de noviembre. Su legado se concentra en tres rasgos: la fidelidad a la fe en medio de la presión social y legal, la valentía de dos mujeres jóvenes que deciden libremente confesar a Cristo y la fuerza de la amistad espiritual que las une hasta la muerte. Las tradiciones hablan de la veneración de sus reliquias, especialmente sus cabezas en la iglesia de San Acisclo, y la iconografía las representa juntas, con aureola y palma de martirio, como símbolo de la firmeza de los cristianos mozárabes.
Exilio y Muerte
En sus vidas se puede hablar de un exilio interior: Flora tiene que abandonar su propia casa, donde su hermano la maltrata por ser cristiana, y refugiarse en ambientes donde pueda vivir su fe; María se separa del mundo en el monasterio y después deja esa seguridad para ir a Córdoba, sabiendo el riesgo que corre. Tras su confesión pública ante el cadí, son encarceladas y amenazadas con ser llevadas a la prostitución si no reniegan de Cristo. En la cárcel reciben el consuelo y el ánimo de San Eulogio, que las invita a permanecer firmes. Finalmente son condenadas: Flora, como apóstata de la religión de su padre; María, por blasfemia contra el islam. Son decapitadas en Córdoba, hacia el año 851, después de hacer la señal de la cruz.
Según la tradición, sus cuerpos fueron arrojados al Guadalquivir y sus cabezas recogidas por los cristianos, que las guardaron como reliquias.
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