Opinión

Escasez de profesionales: el «cáncer» de la sanidad española

Florentino Pérez Raya es presidente del Consejo General de Enfermería

"Hay que saber dónde necesitamos enfermeras y en qué especialidades incidir"
"Hay que saber dónde necesitamos enfermeras y en qué especialidades incidir"JESÚS G. FERIALA RAZÓN

Cada año se diagnostican más casos de cáncer en nuestro país, pero cada vez hay menos enfermeras oncológicas para atenderlos. Esta situación refleja una grave carencia del sistema sanitario: mientras la enfermedad avanza, los cuidados especializados retroceden.

El aumento de la esperanza de vida, la influencia de agentes o condicionantes externos inciden en el auge de todo ese grupo de enfermedades –pues no son una sola– que se caracterizan por el crecimiento celular anormal e incontrolado.

Hablar de cáncer es hablar de cuidados. El espectro social del cáncer está cambiando y requiere de estrategias y modelos de organización avanzados donde las enfermeras se erigen como piezas esenciales del sistema. Más allá de la administración de tratamientos y el cumplimiento de protocolos, el papel de la enfermera oncológica se define por su capacidad de acompañar al paciente con empatía, conocimiento y compromiso. A pesar de ello, muchas veces este ámbito de nuestra profesión no recibe ni el reconocimiento ni los recursos adecuados.

Reforzar el número de enfermeras dedicadas a oncología es mejorar el cuidado al paciente y, por tanto, darle una mayor calidad de vida en la enfermedad.

Estrategias de cuidados

Los sanitarios que a diario lidian con esta patología reconocen que existen nuevas demandas por parte de la población, que deben ser afrontadas desde una visión interdisciplinar y consensuada, como garantía para mejorar los objetivos terapéuticos y de calidad de vida de los enfermos.

La investigación y los nuevos tratamientos representan siempre un halo de esperanza ante el diagnóstico. Las enfermas son referentes: escuchan, orientan, traducen términos complejos… y este acompañamiento no sólo mejora la experiencia del paciente, sino que impacta directamente en su adherencia al tratamiento y en su calidad de vida.

Resulta paradójico que, mientras el cáncer avanza y exige más cuidados, nuestro sistema sanitario se enfrente a un problema estructural: la escasez de enfermeras. En España faltan 100.000 profesionales para alcanzar la media de la Unión Europea. Así lo confirman los informes del Consejo General de Enfermería, la OCDE, el Consejo Internacional de Enfermeras y el propio Ministerio de Sanidad, que ha ratificado lo que siempre hemos venido defendiendo: la atención y los cuidados que precisa la población están en riesgo.

Si bien es cierto que el número de enfermeras crece cada año en nuestro país, al ritmo actual se tardarían entre 22 y 29 años en alcanzar la media de nuestros vecinos europeos. A esto se suma un dato que resulta alarmante y que se refleja también en la encuesta del Ministerio de Sanidad: el 39,4% de las enfermeras españolas manifiesta su intención de abandonar la profesión en los próximos diez años.

Seguridad de los pacientes

La radiografía es clara: la situación es insostenible y ha llegado el momento de actuar. La presión asistencial y la sobrecarga de trabajo que soportan las enfermeras sigue aumentando, lo que compromete la calidad de la atención que reciben los ciudadanos y puede llegar a poner en riesgo la seguridad de los pacientes ante el agotamiento de estas profesionales.

A nuestro entender el primer paso ha de ser realizar un estudio de necesidades de cuidados. No se puede hablar sólo de números, hay que saber dónde necesitamos enfermeras, qué cuidados deben prestar, en qué especialidades hay que incidir teniendo en cuenta la cronicidad, el envejecimiento de la población y otros factores como puede ser la dispersión geográfica. Necesitamos un sistema sanitario bien organizado y para ello es prioritario planificar a medio y largo plazo, definir qué queremos conseguir y poner en marcha las medidas adecuadas para lograrlo.

Desde la Organización Colegial de Enfermería tendemos la mano a todas las administraciones –tanto central como autonómicas– para actuar ante una situación que tiene una consecuencia grave: la privación de cuidados para una sociedad que los necesita más que nunca.

Porque si algo debemos tener claro es que sin enfermeras no hay salud, y sin salud no hay futuro.