Héroes de la cuarentena del coronavirus: La soledad de Óscar desde la cabina de un camión

Óscar ve desde la cabina de su tráiler la desoladora realidad de una España vaciada por el Covid19 mientras atraviesa la geografía de nuestro país. Confiesa que experimenta una sensación “extraña” cuando circula durante días por carreteras con muy poco tráfico y atraviesa decenas de pueblos vacíos. Y le inunda la tristeza. En ocasiones, desde la declaración del estado de alarma, ha pasado hasta una semana entera fuera de casa, lejos de los suyos. La parte más difícil de su trabajo diario al volante de su camión de 40 toneladas es “estar alejado de la familia en estos días tan complicados y la soledad al no poder relacionarte al final de la jornada con nadie para evitar contagiarte". Héroes sobre ruedas.

Óscar Baños Merino, de 46 años, es uno de los más de 2.574.393 conductores de camiones encargados de transportar estos días cualquier cosa que sirva para ayudar. Su papel es fundamental “para que siga llegando material a hospitales, farmacias y resto de servicios de primera necesidad”. Pero si se queja, sólo es de dos cosas, y se lo puede permitir: una es la de tener que quedarse en casa, porque “a día de hoy, desgraciadamente la carga ha bajado bastante y algún día me ha faltado el trabajo”. Y dos, al igual que los sanitarios, fuerzas del orden y otros tantos colectivos valiosos, siempre y en esta pandemia, no podemos permitirnos el lujo de que enfermen y necesitan “tener equipos de protección”, para poder seguir haciendo su trabajo.

Después de 24 años al volante de su camión ha visto de todo y comparte con este diario que en su camino durante estos días de angustia ha encontrado ayuda: “Algunos restaurantes, a pesar de estar cerrados, nos ofrecen catering e incluso alimentos y café gratis. En algunas empresas donde vamos a cargar o descargar mercancía se nos está dando una bolsa con un bocadillo, agua y fruta, etc,...”. Pero también a un camión se le pueden meter palos entre las ruedas, y las esperas para cargar su tráiler le parecen eternas porque cada vez son más largas, e incluso, les acecha el peligro, porque “en algunos sitios, tengamos que cargar y descargar nosotros el camión, aumentando con ello el riesgo de contagio”.

Mientras hace eso, también es consciente de que es la voz que quiere escuchar nuestra sociedad. Aquella que no les abandona: “Quiero transmitir tranquilidad: mientras haya producción, nosotros lo distribuiremos para que no haya problemas de desabastecimiento”. Y esto, mientras lucha con la extraña sensación de que “puedes estar aparcado a 1 metro de cualquier compañero, pero la distancia es infinita”.