Investigación
La inmunidad frente a la Covid podría no ser temporal
La memoria inmune funciona frente al SARS-CoV-2, como prueban estudios que miden la respuesta celular y no sólo los anticuerpos
Es una de las grandes incógnitas del coronavirus –una de tantas–: ¿cuánto dura la inmunidad una vez se ha estado en contacto con el SARS-CoV-2? Y es que existe cierto temor por parte de la población al ver que, tras pasar la enfermedad, y al cabo de unos meses al hacerse un test de inmunidad, éste les salía negativo. Sin ir más lejos, es lo que sucedió con el macroestudio realizado a nivel nacional, el ENE-Covid, en el que hasta un 14% de las personas que habían dado positivo por anticuerpos en la segunda oleada, en la tercera les salió negativo en el test. Sin embargo, advierten los expertos, eso no significa que no estuvieran protegidas frente al virus. ¿Cómo se explica eso?
«Las personas en las que no se ha detectado anticuerpos en sangre no quiere decir que no tengan inmunidad frente al virus. Esto ocurre por varias razones: la primera, que sólo se han medido los niveles de anticuerpos y no la inmunidad celular, que puede estar activa o en fase de memoria. Otra razón es que los niveles circulantes de anticuerpos se mantienen por un período de tiempo determinado pero las células B (que producen los anticuerpos) y que son de memoria, se pueden haber generado y estar en el organismo sin crear anticuerpos hasta que no se enfrentan al virus otra vez», cuenta María Montoya, del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB-CSIC).
«Que desaparezcan los anticuerpos no quiere decir que estemos desprotegidos, lo que hay que ver es la capacidad de tener células productoras de esos anticuerpos», corrobora María Luisa Villar, jefa del Servicio de Inmunología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid. «Lo que sucede es que, cuando se busca la inmunidad en los test, sólo se miden los anticuerpos. Nos gustaría hacerlos también de células B, pero la técnica es mucho más difícil de estandarizar. Actualmente estamos valorando tests para medir la respuesta celular, pero nos faltan recursos para hacerlo de forma generalizada», asegura Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología (SEI). Y es que el estudio de la respuesta celular es complejo. Suele hacerse en los laboratorios de Inmunología, mediante el análisis de la activación de los linfocitos y producción de unas sustancias denominadas citocinas. Y, aunque hay ya algunos kit comerciales, requiere extracción de sangre y personal experto para su realización.
Confirmación
Ahora, sendos estudios publicados recientemente en prestigiosas revistas científicas confirman estas explicaciones. Así, un artículo de «Nature» ha visto que los niveles de linfocitos B de memoria permanecen inalterados tras seis meses después de la infección, a pesar de que los anticuerpos neutralizantes desciendan. Y otro, en la revista «Science», va más allá y prueba que el sistema inmune responde hasta ocho meses después de la infección.
«La duración de la inmunidad es muy difícil de precisar aún. Se ha establecido en base al tiempo que llevamos de pandemia, pero es posible que la memoria inmunitaria dure más tiempo. En concreto, el artículo de ’'Nature’' estudia a los pacientes a 1,3 y 6,2 meses tras la infección, y encuentra memoria de células B tras 6,2 meses, pero no se ha mirado después. Tendremos que esperar tiempo para analizar la respuesta a largo plazo –explica África González, catedrática de Inmunología del Centro de Investigación Biomédica (Cinbio) de la Universidad de Vigo–. El artículo de “Science” indica, que tanto las respuestas T como B tienen distintas cinéticas, que existe heterogeneidad en las respuestas entre los pacientes, pero la memoria inmune analizada fue relativamente estable durante todo el periodo de tiempo analizado (ocho meses) y se observó en todos los sujetos», continúa.
Y la cosa no se queda ahí, sino que, como asegura López Hoyos, «en estudios que estamos realizando en mi laboratorio y que no hemos publicado, estamos viendo pacientes que, tras más de 10 meses de haber pasado la infección, mantienen la inmunidad».
Y eso es una buena –buenísima– noticia, pues significa que la llamada memoria inmunitaria funciona frente al nuevo coronavirus. Además, subrayan los expertos, no se sabe aún si esa inmunidad es temporal o quizás pueda ser permanente. «Los estudios realizados demuestran una protección estable durante el periodo del mismo. Por ahora estamos viendo que hay casos de reinfección pero son casos aislados. Si hubiera reinfección de forma rutinaria los sanitarios hubieran estado permanentemente enfermos y, por suerte, ese no ha sido el caso», apostilla Montoya.
Número de dosis
Ante estas evidencias sobre la eficacia de la respuesta inmune, los expertos se plantean ahora si, en el caso de las personas que hayan pasado la Covid-19 sería necesario vacunarlas y, en caso afirmativo, si serían necesarias las dos dosis establecidas o con una sola valdría. De hecho, otro trabajo, preliminar aún, muestra que las personas que ya habían pasado la Covid-19 y a las que se les vacuna una vez tienen niveles de anticuerpos similares a aquellas con dos dosis de la basada en mRNA.
Por eso, y dada la escasez de vacunas, la SEI, en consonancia con lo que propone la OMS, recomienda diagnosticar a estas personas y dejar su vacunación para el final de cada grupo de riesgo. «No se debería haber vacunado a las personas que ya han pasado la enfermedad, o ponérseles los últimos en el listado, pues al haber pasado ya la infección se han inmunizado. De hecho, a los que se ha vacunado, en la primera dosis tienen los mismos efectos que suelen aparecer cuando se pone la segunda dosis y que es normal porque la respuesta del organismo es mayor, lo que demuestra que ya están inmunizados», dice el presidente de la SEI. En su opinión, a estas personas les valdría con una sola dosis para alcanzar la inmunización completa.
«Con respecto a vacunar o no a personas que pasaron previamente la infección considero que, si son mayores, deben hacerlo. Si son más jóvenes, al menos deberían recibir una dosis de vacuna. Hay algún dato publicado en este sentido. Recibir sólo una dosis sí lo veo factible para gente joven», coincide África González. No piensa lo mismo María Luisa Villar, para quien «como no lo sabemos seguro, mejor las dos dosis. Son hipótesis, y es posible que sean ciertas, pero no tenemos tiempo para demostrarlo. Si a mi me dieran a elegir, preferiría ponerme una dosis de más que una de menos. Se ha optado por soluciones garantistas frente a las racionales, porque habría que hacer seguimiento durante un tiempo a estas personas para confirmar que están protegidas y no hay tiempo para ello ni probablemente voluntarios. Otra cuestión es que las pusieran las últimas de la lista», concluye.
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