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Pandemia

El 99,22% de los alérgicos graves puede vacunarse de la Covid

Especialistas del Servicio de Alergología del Hospital Gregorio Marañón demuestran por primera vez a nivel mundial que las vacunas Pfizer y Moderna son seguras en personas con reacciones alérgicas severas

Si en su día las autoridades sanitarias recomendaron que aquellos pacientes con enfermedades alérgicas no debían vacunarse de la Covid tras los primeros casos de reacciones anafilácticas en Europa, hoy, la Ciencia ha despejado este temor. Las vacunas no están contraindicadas para aquellas personas que hayan presentado siquiera una reacción anafiláctica previa, ahora bien, en ese caso será necesario una evaluación alergológica previa. Esta es una de las conclusiones del estudio llevado a cabo por el Dr. José Manuel Zubeldia, jefe del Servicio de Alergología del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid, y su equipo, avanzado a este periódico.

Los datos hablan por sí solos: «El 99,22% de los participantes del estudio, todos ellos enfermos alérgicos graves, pudo ser vacunado sin tener ningún tipo de reacción alérgica en las pruebas cutáneas. Únicamente dos personas, de 131, no pudieron ser vacunadas al dar positivo», explica el Dr. Zubeldia. Es decir, las personas que han tenido una reacción alérgica grave a alimentos, picaduras, látex... pueden estar tranquilas.

«Comenzamos el estudio a raíz de ese desafortunado consejo de las autoridades sanitarias alertando de que los pacientes con alergias no debían vacunarse. Eso dicho así, de forma genérica, suponía ya que el 30-40% de la población no iba a poder vacunarse sin hacerse un control previo. Decidimos estudiar el problema en los sanitarios del hospital con alergias graves. Primero, les hicimos una encuesta con siete preguntas, una de ellas era si habían sufrido alguna vez una reacción alérgica grave (anafilaxia): aparición repentina de dificultad para respirar, para tragar, mareos o pérdida del conocimiento, con la administración de: alimentos, medicamentos, látex, vacunas previas, picadura de avispa o abeja o bien de origen desconocido. Otra, si tenían asma grave, urticaria, mastocitosis (un trastorno poco frecuente que provoca la acumulación de cantidades excesivas de mastocitos, un tipo de glóbulo blanco), alergia a los componentes de las vacunas Pfizer y Moderna: polietilenglicol (PEG) o macrogol, y trometamol», excipientes potencialmente alergénicos y que son usados para estabilizar determinados fármacos.

A continuación, se eligió a los 186 candidatos del estudio, que finalmente quedaron en 131: sanitarios de entre 26 y 66 años (47 de media) que habían sufrido una reacción alérgica grave a los casos previamente expuestos, de hecho, 114 de ellos habían tenido anafilaxia y que en un 29,8% de los casos había dado positivo en Covid-19.

De izquierda a derecha, los doctores José Manuel Zubeldia, Patricia Rojas y Jimena Crespo, junto a Raquel, también sanitaria, durante la prueba cutánea. Foto: Connie G. Santos
De izquierda a derecha, los doctores José Manuel Zubeldia, Patricia Rojas y Jimena Crespo, junto a Raquel, también sanitaria, durante la prueba cutánea. Foto: Connie G. SantosCONNIE G. SANTOSCONNIE G. SANTOS

Tras ello, se les sometió a las pruebas cutáneas para exponer la piel a las sustancias que podrían causar alergia. Para ello, les hicieron punciones en el antebrazo para que echando una pequeña gota en cada una de las marcas esta penetre y se pueda observar en 15-20 minutos si el paciente tiene o no alguna reacción alérgica local. En concreto, analizaron la histamina (la «H» del antebrazo de la foto), que tenía que salir positiva (un habón) porque de lo contrario significaría que la prueba no es válida, ya que el participante habría tomado recientemente antihistamínicos. También se examinó el suero salino («S», que es la prueba de control negativa), el excipiente de la vacuna («M») y la vacuna en sí («V»). Tras esperar 15 minutos para descartar reacción alérgica, se les vacunó. De los 131 candidatos finales en el estudio, 129 pudieron ser inoculados con la primera dosis y a los 21 días con la segunda. «Únicamente dos personas no pudieron ser vacunadas por haber tenido una reacción positiva con la prueba cutánea. Y de los vacunados, sólo una paciente asmática sufrió una reacción, básicamente síntomas nasales, por lo que la tratamos inmediatamente y se la pudo administrar también la segunda dosis», precisa el doctor.

El siguiente paso, que ya está en marcha, es extender este estudio a los sanitarios de los 11 centros de salud que dependen del Gregorio Marañón. «Ya llevamos 300 en total (entre el primer estudio y este) y seguimos sólo con dos personas a las que no se pudo vacunar», explica Jimena Crespo, médico especialista en Alergología.

Recomendaciones

Todo un logro, ya que este estudio servirá de base para enviar unas recomendaciones a los médicos de familia que serán los que, según el tipo de paciente, tendrán que valorar si le administran la vacuna y en qué casos concretos se deriva a Alergología. Pero hay una cosa clara, «no es necesario realizar un estudio de alergología previo a la vacuna en pacientes con conjuntivis, urticaria, alergia a picaduras de insectos, alimentos o látex, ya que tienen el mismo riesgo que la población general», asegura el doctor. «Sin embargo, debe evaluarse a aquellos pacientes que hayan tenido una anafilaxia por medicamentos o de origen desconocido o aquellos que tengan alergia a los componentes de la vacuna». Algo confirmado tanto con la vacuna de Pfizer como con la de Moderna, y que «en principio sería extrapolable a la de AstraZeneca, que tiene polisorbato 80», afirma el Dr. Zubeldia.

Es decir, no es necesario que a los 14 millones de alérgicos que hay en España se les haga una prueba cutánea antes de ser vacunados, sino a menos del 5% de la población, ya que únicamente «entre el 0,3 y 5,1% de la población española ha sufrido anafilaxia, y en esa prevalencia están incluidos los niños (de 0 a 4 años sufren tres veces más episodios anafilácticos que el resto de grupos de edad) y a ellos no se les está vacunando», explica la alergóloga Patricia Rojas. «Es una ayuda para los médicos», añade Crespo.

Lo dicho, un logro que explica por qué «a las 48 horas de presentar» su investigación a la revista «Journal of Investigational Allergology and Clinical Immunology», «fuera admitida. Saldrá en la edición en papel en 15-20 días», concluye el Dr. Zubeldia. Y es que, pese a los temores iniciales, «realmente se produce anafilaxia, un caso grave que compromete la vida del paciente, cada 100.000 vacunas», recuerda la Dra. Nancy Ortega, presidenta del Comité de Alergia a Medicamentos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC).