Estudio

Cotillear es bueno para la salud

Crea conexiones sociales y permite aprender sobre el mundo de forma indirecta, asegura un estudio de la Universidad de Dartmouth

Serena Van der Woodsen y Blair Waldorf
Serena Van der Woodsen y Blair WaldorfPINTEREST

Cotillear a menudo se considera un tabú social y se descarta por su connotación negativa, pero un estudio de la Universidad de Dartmouth (en EE UU) ilustra algunos de sus méritos: facilita la conexión social y permite aprender sobre el mundo indirectamente a través de las experiencias de otras personas.

Y es que el chisme no es necesariamente difundir rumores o decir cosas malas sobre otras personas, pero puede incluir una pequeña charla en persona o en línea, como tener una charla privada durante una reunión de Zoom. Investigaciones anteriores han encontrado que aproximadamente el 14% de las conversaciones diarias de las personas son sobre cotilleos y principalmente de tono neutro.

“El cotilleo es una forma compleja de comunicación que a menudo se malinterpreta”, dice Eshin Jolly, investigador postdoctoral en el Laboratorio de Neurociencia Afectiva Social Computacional (Cosan), coautor del estudio con Luke Chang, profesor asistente de Ciencias Psicológicas y Cerebrales y director del Laboratorio Cosan en Dartmouth. “Puede ser un medio de conexión social y sustantiva más allá de su connotación negativa típica”, agrega Jolly.

Jolly y Chang tenían curiosidad por saber por qué las personas en su vida personal y profesional pasan tanto tiempo intercambiando información sobre sí mismos y otras personas, y buscaron determinar por qué la gente cotillea y para qué sirve.

El estudio

Para verlo, crearon un juego en línea a fin de examinar el papel de los chismes y cómo se manifiestan a medida que la información se vuelve más incierta dentro del mismo. Los participantes jugaron 10 rondas juntos en grupos de seis personas. En cada ronda, recibieron 10 dólares y podían optar por quedarse con el dinero o invertir cualquier parte del mismo en un fondo de grupo que se multiplicaba por 1,5 y se dividía en partes iguales entre los jugadores. El juego crea una tensión inherente entre el comportamiento egoísta y el cooperativo, y se considera lo que los investigadores denominan un juego de bienes públicos.

En algunas condiciones, la información se restringió para que los participantes solo pudieran observar el comportamiento de algunos otros jugadores en su grupo. “Nuestra inspiración fue crear un escenario realista, en el que uno es miembro de una comunidad y se ve afectado por las acciones de todos los demás miembros de la comunidad, pero la mayoría de los cuales rara vez observa y con quien interactúa directamente”, explicó Jolly. En algunos juegos, los jugadores pueden charlar en privado con otro jugador del grupo. Esto permitió a los jugadores transmitir información sobre el comportamiento de otros jugadores a su compañero, como si otro jugador practicaba freeride. Posteriormente, los jugadores informaron de su voluntad de volver a jugar con cada jugador.

Sus hallazgos, publicado en la revista Current Biology, demuestran cómo el cotilleo es una “comunicación rica y multifacética” con varias funciones sociales. Surgieron diferentes tipos de chismes dependiendo de la cantidad de información disponible. Las conversaciones espontáneas sobre otros ocurrieron con mayor frecuencia durante los juegos cuando los jugadores solo podían observar el comportamiento de algunos de los miembros de su grupo. Cuando los jugadores podían observar directamente a todos los miembros de su grupo, tendían a charlar y discutir una gama más amplia de temas.

Los participantes se basaron en información de segunda mano de sus parejas para mantenerse informados sobre el comportamiento de otras personas que no podían ver, lo que ilustra cómo el chisme permite a las personas aprender de las experiencias de otros cuando la observación directa no es factible. Los hallazgos también mostraron que los participantes que conversaron entre ellos se sintieron más conectados entre sí al final del juego e incluso compartieron impresiones similares de los otros jugadores en su grupo.

Ayuda a establecer vínculos

Chang explica que, “al intercambiar información con otros, el cotilleo es una forma de formar relaciones. Implica confianza y facilita un vínculo social que se refuerza a medida que se produce una mayor comunicación”. En un juego típico de bienes públicos, los jugadores contribuyen menos con el tiempo y se produce un efecto de desintegración que se propaga a través de una red de personas. Sin embargo, en este estudio, la cooperación disminuyó menos con el tiempo cuando los jugadores podían comunicarse en privado. La comunicación aumentó la cooperación colectiva.

Los investigadores explican que el cotilleo no debe ser relegado a una simple “charla basura sin fundamento”. Según el documento, los hallazgos del equipo sobre su papel son consistentes con la creación de una “realidad compartida” en la que amigos y colegas a menudo encuentran vínculos comunes, establecen alianzas, intercambian información personal y discuten el comportamiento de otros para establecer un consenso de comportamiento socialmente aceptable.

“El cotilleo puede ser útil porque ayuda a las personas a aprender a través de las experiencias de los demás, al mismo tiempo que les permite acercarse unos a otros en el proceso”, asegura Jolly.