Pandemia
Escudos complementarios a las vacunas
«Tenemos una nueva herramienta terapéutica que permite el tratamiento eficaz de la Covid-19»
Aunque las vacunas son aclamadas como nuestra mayor esperanza frente al coronavirus, docenas de grupos científicos de todo el mundo están trabajando en una defensa complementaria ante la Covid-19: los anticuerpos monoclonales neutralizantes como tratamientos frente al SARS-CoV-2.
El mundo ha entrado en una nueva fase de la pandemia. Una etapa marcada por el paso de un virus pandémico a otro endémico, como ha ocurrido a lo largo de la historia con tantas otras infecciones. Y es que, por mucho esfuerzo e investigación que se produzca, la mayoría de expertos asumen que el SARS-CoV-2 se quedará entre nosotros y deberemos aprender a convivir con él. No obstante, la buena noticia es que cada vez lo conocemos más y, en este nuevo escenario, los profesionales sanitarios podrán disponer de un abanico más amplio de herramientas para combatirlo, desde vacunas cada vez más eficaces hasta tratamientos para todas las fases de la infección. Todo ello para llegar a ese soñado momento en el que este virus deje de ser una preocupación en nuestro día a día.
La respuesta de GSK ante la aparición de la Covid-19 ha sido una de las más amplias de la industria farmacéutica. Con una dilatada experiencia en antivirales –desde el desarrollo del primer medicamento para el tratamiento para la infección por el VIH hasta numerosas vacunas frente a enfermedades víricas– podemos asegurar que en GSK contamos con la experiencia y la capacidad de buscar tanto soluciones preventivas como de tratamiento frente a la Covid-19. Y, aunque no cabe duda de la gran contribución de las vacunas en la lucha contra la pandemia, todavía quedan ciertas incógnitas por despejar, como por ejemplo cuánto durará la inmunidad, la efectividad de los sueros en los pacientes con determinados tipos de patologías, la aparición de nuevas variantes o, sin ir más lejos, el acceso a las vacunas. Así, mientras el virus siga circulando, urge desarrollar distintas soluciones que nos permitan convivir con él.
En ese sentido, en GSK actualmente investigamos tratamientos con anticuerpos monoclonales neutralizantes que han demostrado ser eficaces para una fase inicial de la enfermedad (para la que hasta ahora no había soluciones terapéuticas). En ese espacio de tiempo en el que la infección es todavía inicial, hay ciertos pacientes de riesgo que tienen más propensión a complicarse que otros (personas con una serie de circunstancias, como edad avanzada, diabetes, obesidad, enfermedad renal crónica, cardiovascular, respiratoria o inmunosuprimidos). Todos ellos, si se infectan, tienen más riesgo de progresar a una forma más grave de la enfermedad que aquellos que no se encuentran en estas condiciones. Por ello, no solo es importante la investigación de los casos de pacientes graves, sino también la de aquellos que presentan infección moderada y que pudiesen empeorar su pronóstico frente a la Covid-19.
Hay países (como Estados Unidos, Australia, Emiratos Árabes Unidos, Francia, Reino Unido o Italia) donde los anticuerpos monoclonales ya se están utilizando de forma importante y están incorporados en el protocolo estándar para los pacientes infectados y con riesgo de progresar en la enfermedad. Además, no es la primera vez que se desarrollan este tipo de fármacos, para otras enfermedades como el virus del ébola ya se han empleado anticuerpos monoclonales. En este caso concreto, extraemos una amplia batería de anticuerpos de un paciente que ha superado la infección por SARS-CoV-1 en 2003 y que ha producido para hacer frente a dicha infección y superar el virus. Entre ellos, se busca el anticuerpo que tiene la mayor capacidad neutralizante cruzada frente al SARS-CoV-1 y frente al SARS-CoV-2 causante de la Covid-19, buscando, no solo una alta capacidad neutralizante frente al virus, sino también una alta barrera a la resistencia ocasionada por las diferentes mutaciones que se producen en el mismo. Es decir, aquel anticuerpo que es capaz de unirse al virus e impedir que ataque las células sanas. Así, una vez detectado y tras pasar por un proceso de depuración, se inyecta en un paciente infectado. En lugar de esperar a que el afectado en cuestión genere esos anticuerpos, se los estamos aportando y permitiendo así que el virus no entre en las células.
En definitiva, estas terapias nos permiten, a futuro, afrontar un escenario mucho más optimista con un virus que de momento no se marchará, pero que será infinitamente más llevadero. Pase lo que pase con las vacunas, o con las diferentes variantes del virus, tenemos una herramienta terapéutica eficaz que permite que lo que hemos vivido no se repita de la misma manera: tratamientos eficaces que ayudan a luchar contra la infección, a mejorar las perspectivas de recuperación rápida, a reducir las hospitalizaciones y, lo que es más importante, a prevenir la pérdida de vidas humanas. En este sentido, la combinación de las vacunas con los tratamientos debe permitirnos volver a esa normalidad que todavía no tenemos. Porque, si bien es cierto que perdimos las primeras rondas, todavía contamos con armas poderosas para poner en jaque a este enemigo invisible.
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